Duélete de mis dolencias si algún día me has querido y enséñame a ser feliz porque infeliz yo he nacido...
...A mi pueblo Mapuche razones no le faltan, para tener sus "dolencias" algunas de ellas son ancestrales y las otras, un tanto más recientes.
Tres meses ya pasados, cuando la Madre -Tierra se rebeló desde lo más profundo, y su molestia y su ira la manifestó, haciéndonos ver su fuerza y su poderío sobre todos aquellos que la han herido y mancillado, más hoy habría que agradecer sus estados de ánimo, vamos todos caminando hacia este Invierno cercano y ella nos ha regalado días de tibio sol, el trinar de los pájaros y la relativa pasividad de los volcanes. Mientras en los sueños regresan los demonios de la destrucción porque todavía está en nosotros la turbación que la provocó y la hizo sentirse muy ofendida, el viejo-abuelo por las noches todavía le hurta quejidos hermosos a su trutruka, tan vieja como él. Sonidos que calman el hambre, el frío y el viento que comienza a nacer desde las cumbres de las montañas.
Así se desahoga ahora el viejo abuelo, el "Fucha", así nacen para él las noches, así comienzan todos sus días, cuando Antü (sol) todavía no termina de despertar sobre el horizonte de las montañas, aquí en los valles y cumbres del Alto Bío-Bío, habitan varias comunidades pehuenches-mapuche. Los lonkos, el viejo Fucha y todas las comunidades están enojados, están tristes, porque todavía son seres casi imaginarios ante las autoridades, la ayuda desde la ciudad aún no llega y han pasado ya un par de lunas llenas entonces, el viejo abuelo toca su trutruka...ahí están las "dolencias" en las arrugas de su rostro moreno y en la mirada ausente..
Ketrafe
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