Las bondades de la hidroterapia
Baños calientes, tibios, fríos, chorros, vapor… Son muchas las maneras de aplicar la hidroterapia, un tratamiento que consiste en la utilización del agua para lograr bienestar: no sólo ayuda a relajarse y a mantener la belleza del cuerpo, sino además a prevenir y curar diversas enfermedades.
Sabemos que cerca del 70 por ciento de nuestro planeta se cubre de agua y que este vital elemento de la naturaleza es uno de los principales componentes del cuerpo humano, pues está presente en todos sus órganos.
Y así como se aconseja que para gozar de buena salud es necesario ingerir alrededor de dos litros de agua al día, también se recomienda aprovecharla en baños, lavados, frotaciones u otras aplicaciones, que favorecen el bienestar corporal y mental.
De eso, precisamente, se trata la hidroterapia: un tratamiento que utiliza el agua, en su calidad de agente terapéutico, para estimular la salud y la belleza.
No por nada, los populares SPA –cuya sigla significaría “Salute per aqua” o “Salud por agua”- presentan a la hidroterapia como uno de sus principales servicios. Asimismo, están los institutos de salud naturista y los centros termales, que también la ofrecen, siendo cada vez más recomendados y concurridos.
Agua que cura
Muchos recurren a la hidroterapia sólo para relajarse. Pero lo cierto es que sus bondades son bastante más amplias, ya que además ayuda en la prevención y curación de diversos males.
Hipertensión, estrés, trastornos digestivos, enfermedades respiratorias, traumatismos, dolores, alteraciones en la piel –como acné, celulitis o dermatitis-, problemas de circulación sanguínea… Casi todas las afecciones pueden ser tratadas a través de la hidroterapia, siempre contando con supervisión médica.
El método con que el tratamiento será aplicado dependerá del mal que se quiera prevenir o sanar. Por ejemplo, un baño caliente resulta excelente para relajarse; uno frío estimula el sistema nervioso y otro que alterna temperaturas favorece la tonicidad y la belleza de la piel. También existe la técnica de chorros de agua, que sirve para tratar zonas determinadas. Y están los baños de vapor, que son descongestionantes y estimulan la pérdida de peso.
En los últimos años, ha surgido con fuerza la hidroterapia de colon, para solucionar complicaciones en el intestino. Y muchos deportistas lesionados son curados a través de una técnica que combina hidroterapia con kinesioterapia. Así, las aplicaciones son cada vez más diversas.
Estas propiedades curativas del agua han sido aprovechadas por las más diversas culturas, desde tiempos inmemoriales. De hecho, se dice que Hipócrates –conocido como el padre de la medicina- fue uno de los pioneros en la utilización de la hidroterapia, en la antigua Grecia.
Posteriormente, ya en el siglo XIX, el pastor protestaste y médico naturista alemán, Sebastián Kneipp, comenzó a aplicarla en el tratamiento de distintas afecciones, inspirando muchas de las técnicas de hidroterapia que se efectúan en la actualidad.
Si bien hoy son los SPA, los centros termales y los institutos de salud naturista los que ofrecen este tipo de tratamiento, también es posible disfrutar de sus bondades en la casa. De hecho, las duchas de cada mañana y los baños de tina o en el jacuzzi, que nos regalamos de vez en cuando, son alternativas que bien pueden constituir una pequeña hidroterapia.
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