Los otros no escuchan las enseñanzas del dolor.
Se contentan con establecerse
y vivir con el 10 % de su potencial humano.
No voy a escuchar,
no voy a aprender,
no voy a cambiar.
Se contentan con morir, sin haber realmente vivido.
Mediante las verdaderas y permanentes
relaciones del amor, podemos recobrar
la aceptación de nosotros mismos,
la realización de lo que valemos.
Si poseemos estas dos cualidades,
todo lo demás se irá displazando en dirección
del crecimiento, por el sendero de la paz.
Cuando faltan el amor y el sentido del valor personal,
lo único que queda es una existencia parcial.
Y así sólo podremos lograr una fracción de lo que
pudimos haber logrado y sido.
La Gloria de Dios que consiste en:
que la persona viva plenamente,
si no, habrá quedado recortada.