**La arogancia es la efímera gloria y el refinamiento del egoismo, el ejercicio de la prepotencia, el caldo de la indolencia, el enemigo del amor, la pobreza de espíritu.** (Sensei N. Figueroa.)
La arrogancia daña o destruye la autenticidad de los demás y viola sus derechos fundamentales. Un temperamento así perjudica también al transgresor. Por ejemplo, la tendencia a impresionar, dominar, o limitar la libertad de los demás se manifiesta con el propósito de imponerse en detrimento del valor interno, de la dignidad y la paz mental. El respeto original se subordina a uno artificial.
Conocer el valor propio y honrar el valor de los demás es la verdadera manera de ganar respeto.
Respeto es el reconocimiento del valor inherente y los derechos innatos de los individuos y
de la sociedad. Estos deben ser reconocidos como el foco central para lograr que las personas secomprometan con un propósito más elevado en la vida.
El respeto comienza en la propia persona. El estado original del respeto está basado en el reconocimiento del propio ser como una entidad única, una fuerza vital interior, un ser espiritual, un alma. La conciencia elevada de saber “quién soy” surge desde un espacio auténtico de valor puro. Con esta perspectiva, hay fe en el propio ser así como entereza e integridad en el interior. Con la comprensión del propio ser se experimenta el verdadero autorrespeto y el discernimiento y la sabiduría que permiten ser justo e imparcial con los demás, de valorar la individualidad, apreciar la diversidad y tomar en consideración la tarea en su totalidad. El equilibrio entre la humildad y el autorrespeto da como resultado el servicio altruista, una actuación honrosa desprovista de actitudes débiles tales como la arrogancia y la estrechez mental.
Fuente: humanet.com