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General: TODO SE GUARDABA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Bola del Mundo  (Mensaje original) Enviado: 05/10/2010 11:50

Me caí del mundo y no sé por dónde se 
entra. 
(Para mayores de 30)


Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y 
cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre 
agregarle una función o achicarlo un poco. 
 
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los

 colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los 
doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. 
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos

 se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. 
 
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A  nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos 
resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando 
los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. 
 
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún
> momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. 
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que 
pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el 
celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las 
navidades. 
 
¡Guardo los vasos desechables! 
 
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! 
 
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el 
cajón de los cubiertos! 
 
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la 
vida! 
 
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! 
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta 
palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, 
hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi 
infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces. 
 
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo 
se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo 
para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de 
fábrica. 
 
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis 
Nike? 
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por  casa? 
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el 
electricista? 
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los  talabarteros? 
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y 
más basura. 
 
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en 
toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a 
creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía 
la basura!! 
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! 
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los 
patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) 
 
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las 
ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la 
Fiesta de San Juan . 
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se 
quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no 
es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde 
que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que 
ya se viene el modelo nuevo'. Hay que cambiar el auto cada 3 años como 
máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en 
buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el  nuevo!!!! Pero por Dios. 
  Mi cabeza no resiste tanto. 
 
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de 
celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la  dirección electrónica y hasta la dirección real. 
  Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la 
misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para 
cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y 
lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le 
dábamos crédito a todo. 
  Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas  nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque  éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer 
hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no 
sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a  esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de  comprarlo? 
 
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se  vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? 
 
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para 
los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el 
tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y 
guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! 
¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos 
limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el 
barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas 
para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las 
martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los 
instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo 
guardábamos! 
 
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que 
se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los 
encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad-  se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros 
cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del 
corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las  pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo  de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío  para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara  su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. 
  Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! 
Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para  pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para  envolver.. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo  el diario pegado al trozo de carne!!! 
 
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros  para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para  hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento  no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender 
una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas  de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los  mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la  inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de  bastos'. 

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el 
ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que  esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza  completa. 
  Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de  nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden  'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de 
no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!! 
 
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en  base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', 
nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las 
pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de  arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las  primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa  belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las  tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en  portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella. 
 
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan  y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por 
decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que 
también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. 
 
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me  muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la  memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.. No lo voy a  hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo  han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que  a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus  funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a 
las personas que les falta alguna función se les discrimina o que 
valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour. 
 

 Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo 
contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente  entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos  kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar  este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane  de mano y sea yo el entregado. 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Siondra Enviado: 07/10/2010 16:01
Querido amigo, aparte de darme una gran alegría ver que te has animado para poner un mensaje, leer este es emocionarme, es un poco la historia de todos los que vamos caminando más allá de los 60 años, la llamada en Chile "La Tercera Edad", es fascinante esta vida a veces alegre otras dolorosa pero siempre se saca y se asume lo positivo que nos entrega.
 ¡Que tengas un muy buen día querido amigo!
Paloma


 
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