La Dieta Mediterránea es reconocida como un modelo alimenticio de calidad, saludable y sostenible.
El gazpacho, las legumbres estofadas, la ensalada aliñada con aceite de oliva o el jamón constituyen platos típicos de la dieta mediterránea. Y desde ayer forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La Unesco, en la reunión de su comité intergubernamental de Nairobi, decidió incluir la dieta mediterránea en su listado de bienes patrimoniales, con sus platos elaborados a base de aceite de oliva, cereales, fruta y verduras, y una proporción moderada de carne, pescado y productos lácteos.
"La dieta mediterránea no comprende solamente una alimentación, ya que es un elemento cultural que propicia la interacción social", explicó la Unesco sobre la aceptación de esta dieta como patrimonio de la humanidad, después de que fuera presentada en una candidatura conjunta por España, Grecia, Italia y Marruecos.
"Naturalmente no es un conjunto de ingredientes o de alimentos y bebidas que debemos tomar. Es también cocina y cultura, influencia en el turismo, ahorro económico, y puede y debe ser un elemento importante para la promoción de nuestro turismo", explicaba ayer Rafael Anson, presidente de la Real Academia Española de Gastronomía, tras conocerse el fallo. "Esta Declaración puede permitir que toda España, principal protagonista de la dieta mediterránea a lo largo de la historia, recupere el sentido común y se plantee la necesidad de una alimentación saludable que contribuya a su bienestar y calidad de vida". A este respecto, la Fundación Dieta Mediterránea señala que, en la actualidad, tan sólo 45 de cada 100 españoles siguen este modelo de alimentación.
Flamenco y 'castells'
En su sesión de ayer, la Unesco también aceptó declarar Patrimonio Inmaterial de la Humanidad al flamenco, los castells catalanes y el canto de la Sibilia, que se interpreta cada 24 de diciembre en todas las iglesias de Mallorca. Del primero, destaca que se trata de una forma cultural que "expresa toda una gama de sentimientos y estados de ánimo", en lo que se refiere a su cante. De su baile subraya "el apasionamiento y la seducción".
Otra propuesta española aceptada fue la de las torres humanas típicas catalanas (castells), cuya técnica de formación "se viene transmitiendo tradicionalmente de generación en generación dentro de grupos".