Hay dia que pueden darnos la impresión que nada va bien. O tal vez es que todo va mal. Entonces podriamos contar con los dedos de una mano las escasas razones que nos quedan para sonreír y quizas no sobran dedos. Uno de los trucos que me enseñó la experiencia para sonreir consiste en cultivar el gusto por los pequeños placeres de la vida, en mi caso: Las sorprendentes conversaciones con mis niños. Los ratitos con vosotros. El olor de café recién hecho por las mañanas, dormir con el sonido de la lluvia, sentir admiración por los objetos antiguos, disfrutar de la musica , la poesia, la pintura... y coleccionar sueños extraños....
(Entre otros muchos, claro.) Las demás razones por las que vale la pena sonreír en esos momentos nos costaría incluso recordarlas... pero ten por cierto que el gusto por los pequeños placeres de la vida siempre conseguirá robarnos una sonrisa.
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