CERRADO POR INVENTARIO
Al llegar la noche reposamos nuestra cabeza y hacemos un balance de lo que fue nuestro día. Al término del mes hacemos un balance de nuestras cuentas y al final del año acostumbramos reflexionar sobre lo que fue nuestro año.
Cerramos por inventario.
Comenzamos a escarbar en la memoria para traer a la superficie todo lo que nos sucedió durante este último año.
Tal vez hayamos pasado por momentos difíciles, dolorosos, donde algunas veces llegamos incluso a preguntarnos sobre el sentido de nuestra vida. Pero el correr de los días terminamos por amenizar ese sentimiento. Porque el tiempo, que pasa rápido o lentamente, ameniza todas las cosas. Y es curioso cómo, aún reviviéndose en la memoria, las cosas ya no hacen el mismo mal de antes. En aquél momento de dolor, estábamos absolutamente seguros de que eso jamás pasaría.
Sufrimos pérdidas irreparables, de las que no es posible revertir, por mucho que lo intentemos. Pero ganamos experiencia.
Y, entrelazadas con esos momentos de tristeza, estuvieron las alegrías. Esas en que deseamos que el reloj del tiempo se detuviera. Todavía nos invade una honda emoción, una sonrisa aflora y tenemos la impresión de que nuestro rostro se ilumina. Es importante mantener esos recuerdos siempre vivos para que nos ayuden cuando la marea esté baja.
Y en ese mar de la vida, donde unas veces nadamos y otras fuimos arrastrados, llegamos, por fin, al puerto del próximo año. Sobrevivimos y, con las maletas listas y repletas de experiencias, nos preparamos para embarcar nuevamente. Tal vez en una nueva dirección.
Mas, viendo lo que pasó, en esa contabilidad de momentos vividos, sopesando los pros y los contras, llegamos a la conclusión de que el saldo final es positivo. Todos los que llegamos hasta aquí tenemos saldo final positivo, incluso si durante todo el año las cosas negativas intentaron afectarnos. Si no fuera así, no habríamos llegado hasta aquí.
Y vamos a comenzar el nuevo año con un gran presente de Dios Padre, que estuvo con nosotros durante todo ese año: ¡Una nueva oportunidad!.
Tenemos en las manos la posibilidad de recomenzar, de reconstruír. No todos la tuvieron, pero a nosotros está siéndonos dada esa ocasión. Somos privilegiados. Y en ese nuevo año, aunque no podamos ser personas nuevas, podemos sentirnos personas renovadas, lo bastante fuertes para sobrevivir a las pruebas, lo bastante fuertes para conquistar nuevas victorias.
¡Un bendecido año nuevo!!!.