No me hables hoy, mírame sólo y calla.
En el espacio de tus pensamientos
una galaxia estalla,
y sobre mí diluvian sus fragmentos.
Los sé recomponer, uno por uno,
por haber explorado tus estrellas
cada vez que en mi espíritu te acuno,
cada vez que se acoplan nuestras huellas.
Ya no hay, sin ti, reloj ni calendario;
queda inmóvil el tiempo, golondrina
de cercenadas alas, en la esquina
desierta y gris del día rutinario.
El mar, mi amigo el mar, canta un glosario
de nombres olvidados, me conmina
a evocación de fechas, y se obstina,
si no en resurrección, en inventario.
¿A qué fin reencarnar lo que está muerto?
Sólo una vida tengo, aunque no acierto
a aceptarla como es, tan media vida.
Tan vida a medias que ni va ni viene,
como el tiempo sin ti, que se detiene,
que quisiera olvidar, pero no olvida.
FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO