Remedios para saciar el apetito
Perder peso o mantenerse en la talla apropiada resulta a veces casi imposible porque nos sentimos incapaces de controlar el apetito y parece que tenemos hambre a todas horas. Hay algunas fórmulas sencillas para engañar el estómago y así comer menos y perder peso. Todo esto, además, sin poner en peligro nuestra salud.
La buena alimentación es una cuestión de hábito y comer de forma equilibrada es en realidad lo más fácil, puesto que es lo que demanda nuestro organismo. Ello no impide que en determinados períodos –que a veces están unidos al estrés- tengamos más hambre y los alimentos parezcan no saciarnos nunca. He aquí algunos trucos para volver a comer con moderación.
COMER REQUIERE SU TIEMPO
Estamos siempre mirando el reloj y con la sensación de que no hay tiempo para nada. Todo el día corriendo y cada vez engordando más. Obesidad y estrés suelen ir juntos. Dedica tiempo y atención a las comidas y comprobarás que los resultados son asombrosos.
El organismo requiere nutrientes, que le proporcionan la energía necesaria para realizar sus múltiples actividades. Cuando advierte un descenso de esa energía, manda mensajes de socorro al cerebro y el estómago, que nos alertan de que es hora de comer.
Comenzamos entonces a ingerir alimentos y podemos hacerlo de dos maneras: de forma rápida y sin prestar atención, o de manera más relajada, haciendo pausas entre bocado y bocado, masticando bien y escuchando a nuestro estómago, que nos avisará cuando esté satisfecho.
Las ventajas de esta segunda forma de comer es que ingerimos sólo lo que el organismo necesita. El hecho de hacer pausas y masticar los alimentos da tiempo a nuestro sistema digestivo para asimilar y transportar todos los nutrientes a fin de que la máquina perfecta que es nuestro cuerpo siga funcionando.
Cuando comemos rápidamente y tragamos los alimentos casi sin masticar, el estómago recibe como un aluvión de comida, no tiene tiempo de asimilar sus nutrientes y empleará después mucho más tiempo en digerirla. El resultado es digestiones pesadas y acumulación de grasas en el cuerpo.
UN DIÁLOGO CON EL ESTÓMAGO
Alimentarnos es una de las actividades que, como respirar, nos permite continuar con vida. Por lo general no prestamos mucha atención a lo que comemos o a la forma en que comemos. Para mantener en buen orden el sistema digestivo y no acumular kilos lo mejor es establecer un diálogo con el estómago a la hora de comer.
Para empezar, hay que avisarle que vamos a enviarle nutrientes con una entrada ligera y fácil de asimilar. Las sopas, ensaladas o frutas son una buena forma de empezar el almuerzo. Son platos que preparan el sistema digestivo para alimentos más pesados y tienen como ventaja añadida que sacian bastante, con lo que no tendremos que comer después grandes cantidades de comida.
Si dedicamos el rato del almuerzo a ver televisión, a masticar mientras seguimos trabajando, a leer, etc., estaremos tan ocupados que no prestaremos atención a nuestro estómago cuando nos diga que ya tiene bastante y no precisa más comida de momento.
Compartir la mesa con familiares o amigos es una buena forma de comer bien. También en este caso estaremos seguramente hablando y entretenidos. La diferencia estriba en que al hablar hacemos pausas entre bocado y bocado, estamos más relajados y también nos saciamos antes que si comemos en silencio y con la mente puesta en cualquier otra actividad.
PORCIONES PEQUEÑAS
Se dice que las personas que utilizan platos y cubiertos de gran tamaño para comer engordan más que aquellas que optan por vajillas y cuberterías más pequeñas.
Esto puede estar relacionado con el hecho de que cuando nos servimos en platos pequeños o medianos, los vemos llenos y nuestra mente registra que hay bastante comida para sentirnos satisfechos.
Por el contrario, en platos grandes las raciones suelen ser también grandes y solemos comerlas hasta terminarlas. Los cubiertos de gran tamaño hacen mayor la cantidad de comida que llevamos a la boca, con lo que también acabamos comiendo más.
Es mejor tomar varias porciones pequeñas a lo largo del día que hacer sólo una o dos comidas en toda la jornada. Esto no quiere decir que tengamos que estar comiendo a todas horas. Comer todo el día, aunque sean raciones pequeñas, es tan malo como comer cada muchas horas.
Los nutricionistas señalan que lo correcto son cinco comidas al día, las tres principales -desayuno, almuerzo y cena- y algún alimento ligero a media mañana y media tarde.
LÍQUIDOS Y VEGETALES
Hay algunos remedios de emergencia para saciar el apetito cuando todavía no es hora de almorzar y a pesar de ello sentimos que el estómago protesta.
El agua es un elemento indispensable para mantenernos hidratados. Beber agua es bueno para el organismo y además ayuda a calmar el hambre. Las infusiones son otro buen recurso. Las bebidas calientes dan más sensación de saciedad. Entre las muchas hierbas que ofrece la naturaleza, algunas como el té de pasionaria o el té de pomelo reducen el apetito.
Coliflor, brócoli, apio y zanahoria son ejemplos de vegetales con muy pocas calorías y que, consumidos crudos y entre horas, nos dan una gran energía, calman el hambre durante bastante rato y contribuyen asimismo a mantenernos en buena forma.
* Por María Luisa Rubio
EFE-REPORTAJES