Dentro de los fenómenos de la percepción visual, las llamadas ilusiones ópticas conquistan su independencia, adquiriendo valor propio y formando capítulo aparte.
Estos efectos no tienen su origen en las interpretaciones o diferentes lecturas que puedan hacerse de las formas, por lo que no están sometidos a un acto de voluntad o de aprendizaje por parte del sujeto, sino que actúan directa y misteriosamente sobre el mecanismo visual que lo impresiona inicialmente como un señal errónea, que entra en conflicto y contradicción con la realidad objetiva. Se realizan estas ilusiones en el primer nivel de la visión, por lo que la información que se remite al cerebro es ya una información equívoca, y un conocimiento posterior del hecho no las modifica. Se trata, pues, de una percepción de figuras distorsionadas, que ocurre muchas veces en el campo de los estímulos y las sensaciones.
Estos fenómenos abarcan un extenso campo, con mucho terreno por explorar todavía, y, son tan sugerentes estos fenómenos que desbordan el tratamiento del especialista para formar parte de la más variada miscelánea de curiosidades y pasatiempos. La prodigalidad y mezcolanza de estas imágenes crean confusión al principiante y, por ello, no están de más estas notas básica para quienes abordan los estudios de las artes plásticas, pues, como decía en el siglo XVIII el ilustre matemático Leonhard Euler, "Los pintores son los que con mayor frecuencia saben convertir en provechosa la percepción óptica ilusoria".