¿No creen que sería muy deseable que, cuando la gente se reuniese a trabajar o vivir juntos, pudieran constituir verdaderas comunidades, es decir, grupos en los cuales " si un miembro sufre, todos sufren, si un miembro es honrado, todos se regocijan " (I Corintios 12:26)
El camino a la verdadera comunidad puede sintetizarse
así: Un grupo de personas que, voluntariamente, se comprometen a si mismas a no tratar de ejercer control del sobre los demás con hostilidad, ridiculizándolos o amenazando con excluirlos, sino prestándoles aceptación y respeto incondicional. Sólo así, los miembros del grupo se sentirán seguros y podrán hablar abierta y honestamente. En la medida en que se abandone todo tipo de
expectativas respecto de lo que los demás deberían decir, se comenzará a escuchar a los demás, y empezará a brotar la simpatía. Entonces, con el tiempo, la herida de uno se convierte en la herida de todos, y la alegría de uno se convierte en la de todos y así se habrá conseguido la verdadera comunidad.
Formar una verdadera comunidad implica compromiso, trabajo duro y tiempo. El camino puede ser largo y escarpado. Pero, si el grupo, como un todo, y cada miembro individual continuamente, se examina en su relación con el ideal, el camino podrá ser transitado y la verdadera comunidad será, al fin, lograda.
Elsa M. Glover