Perdiendo la esperanza pasé el tiempo, sin saber que no retrocedía ningún lamento; perdiendo el tiempo en creer en el silencio, sin saber que la palabra es mía en el momento.
Perdiendo la ilusión pasé el tiempo, sin saber que a mi vera se halla un encuentro; perdiendo el tiempo sin fe, sin remedio, sin saber que la alegría la elijo yo o la dejo.
Perdiendo la vida pasé el tiempo, sin saber que nada se hace sin ningún objeto; perdiendo el tiempo en ignorar lo que es cierto, sin saber que la gente ama y mi corazón siente miedo.
Perdiendo la ignorancia pasé el tiempo, sin saber que algo he de elegir en un momento; perdiendo la capacidad de elegir, en mi silencio, sin saber a quién acudir o en qué mundo me encuentro.
Pero, ahora, en este instante, nada pierdo; pues mi pensamiento está en acción, aun en desconcierto; pero, ahora, en este instante, elijo vivir este momento, pues despierta estoy y mi corazón late sin ningún lamento
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