UN MAL DÍA
De vez en cuando unas cuantas cosas marcharán mal y a pesar de todo muy pocas de ellas seguirán estando mal.
La mayoría de las heridas comienzan a cicatrizar prácticamente a partir del mismísimo momento en que se producen.
Hasta la más profunda tristeza, la más terrible amargura, se irá apaciguando poco a poco, a medida que la vida sigue su curso.
Las cosas que se rompen, se reparan o se reemplazan: las estrategias que no funcionan se convierten en lecciones que te ayudan a descubrir y a desarrollar aquello que sí funcionará.
Que las cosas salgan mal no es el fin del mundo, es, en cambio, el comienzo del camino que te lleva a hacer progresos, a mejorar, es el primer paso hacia un aprendizaje y un crecimiento.
Cuando las cosas marchan mal, lo que debes hacer es descubrir donde resultarán más efectivos tus esfuerzos.
Tienes la oportunidad de fortalecer tu carácter, tus habilidades, tu perseverancia y la confianza en tí mismo.
No esperes, ni desees que las cosas salgan mal, pero cuando así sea, muévete, ponte en marcha y sigue avanzando.
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