Los gatos en el Universo
Muchos de los objetos que encontramos en el Universo llevan nombres de animales, principalmente porque sus formas recuerdan a dichos animales.
El gato, como es de suponer, tiene su mención en el cielo en la forma de dos nebulosas. Las nebulosas son de los objetos más bellos del firmamento, ya que están compuestas por nubes de gas y polvo que se iluminan con las estrellas que las componen, y eso les da un aspecto etéreo y casi mágico. Son el lugar donde nacen las estrellas.
En la Constelación de Escorpión, y a unos 5.500 años luz de distancia, tenemos la Nebulosa de la Huella de Gato, también conocida como Nebulosa del Oso, Zarpa de Gato o NGC 6334 (más correcto, pero infinitamente menos romántico). Es una de las llamadas nebulosas de emisión, que son aquellas en las que las estrellas que la forman emiten energía en forma de luz y viento estelar, ionizando los átomos de hidrógeno, que al recombinarse emiten una luz rosada. De ahí el color rojizo de la nebulosa de la Huella de Gato. Es impresionante ver el parecido que tiene con la huella de un gato.
Por otro lado, tenemos la Nebulosa del Ojo de Gato o NGC 6543, situada a 3.000 años luz en la Constelación del Dragón. Se trata de una nebulosa planetaria. Las nebulosas planetarias reciben ese nombre porque al verlas por un telescopio pequeño tienen aspecto de planetas evanescentes. Pero en realidad se trata de estrellas moribundas, en su fase final de evolución, lanzando gases hacia el exterior a una velocidad de varios miles de kilómetros por segundo. El proceso comienza cuando una estrella gigante roja contrae su núcleo y lanza al espacio las capas más externas de su atmósfera, formando alrededor de ella la nebulosa, y convirtiéndose la estrella en una enana blanca. La Nebulosa del Ojo de Gato es uno de los más complicados retos a los que se enfrentan los astrónomos, pues su comportamiento y estructura no son los típicos de una nebulosa planetaria. Esto ha llevado a pensar que la estrella central no sea en realidad una única estrella, sino un sistema binario compuesto por dos estrellas que se hallan tan cercanas que ni el Telescopio Espacial Hubble puede detectarlas por separado.
Contribución de Isabel Gil