Hay días de sol-no sabes por qué. Estás contento, ves el lado bueno, hermoso de la vida. El trabajo te sale bien. Todo el mundo se muestra amistoso-y no sabes por qué. Tal vez dormiste bien. Tal vez encontraste una buena persona, y te sientes comprendido, protegido.
Piensas que quisieras que todo quede así, esta paz, esta profunda alegría. Pero de pronto, todo cambia, como si un sol demasiado brillante hubiera atraído las nubes, y te asalta una tristeza inexplicable.
Todo te parece negro. Crees que los otros no te aprecian. En pequeñeces buscas motivos para criticar, y lamentarte, para envidiar y acusar. Crees que siempre será así -y no sabes por qué. Tal vez estas cansado-no lo sabes-
¿Por qué será así?
Porque el hombre es parte de la naturaleza, con días primaverales y con días otoñales, con el calor del verano y con el frío del invierno. Porque el hombre sigue el ritmo del mar: marea baja y marea alta. Porque nuestra existencia es una eterna repetición de vida y muerte.
Si lo comprendes, puedes volver a seguir con coraje y con fe, porque tú bien sabes que después de cada noche hay un nuevo amanecer. Cuando comprendas y aceptes todo esto, llegaras, por el eterno vaivén, a un concepto vital que te premiará con una vida más plena.
Cuando todo parece oscuro, cuando la amargura inunda tu corazón, cuando la esperanza se atrofia, entonces busca en tu memoria los días hermosos, los días cuando estabas lleno de alegría y de confianza, los días cuando todo estaba bien.
¡No olvides los días hermosos! Porque si los olvidas, nunca mas volverán. Días buenos y días malos. Los días buenos pasan. Lo sabes y te parece terrible. ¡Pero los días malos también pasan! ¿Por qué no lo piensas?
Días buenos... otros no tan buenos... pasan unos y otros... pero los primeros nos dan la posibilidad de continuar... la esperanza de esos días luminosos, mágicos nos mantiene en pie...