Muchos artistas y personajes del espectáculo han manifestado su amor por los animales de forma irrestricta. Forman parte de campañas internacionales que abogan por el bienestar animal y que condenan firmemente el maltrato, en todas sus formas.
Son valiosos “humanistas-animalistas”. Son personas que entienden que en la Tierra somos una sola energía distribuida en diferentes cuerpos. Todos seres de Dios. Saben que compartimos un ecosistema y que dependemos unos de otros y que por eso debemos amarnos.
En Chile, son cientos de miles quienes adoran a los animales, cuidan debidamente el sistema ecológico y velan por una real armonía entre las especies, animales y vegetales. De todos aquellos, que en su gran mayoría luchan de forma anónima, destacan los “famosos”, quienes han sabido aprovechar las puertas que les han sido abiertas para llegar al público masivo y han llevado su mensaje de vida, su interés por la ecología y su amor incondicional por los animales.
Personajes como Cristián Bustos, Fernando González, Iñigo Urrutia, Leonor Varela, Lola Melnick, Katherine Salosny, Shlomit Baytelman, Soledad Pérez, Malucha Pinto, Jeremías Israel, Elvira Cristi, Pepe Aldunate, Maura Rivera, la desaparecida Sarita Vásquez y tantos otros que, sin mala intención, pueda omitir, han participado, han defendido, han cuidado, han adoptado mascotas, han luchado por conseguir una mayor armonía y se han preocupado del bienestar de los animales y han disfrutado de la naturaleza, asumiendo el rol que les compete como verdaderos seres humanos, con la responsabilidad que les toca asumir por una vida próspera en este planeta Tierra.
A todos ellos, mi humilde agradecimiento. De un Médico Veterinario que comparte sus ideales naturales.
Hace unos días nos dejó uno de estos personajes: Felipe Camiroaga. Uno grande. Un tremendo defensor de los animales que, a pesar de ser un personaje muy famoso, muchas veces actuó bajo el anonimato. Una persona que compartía estos ideales, que gozaba con la naturaleza y que no escatimó en gastos ni en tiempo para dedicárselos a sus amados animales. En su parcela de Chicureo, sus halcones y caballos eran testigos de esta cercanía.
Dios lo quiso allá arriba, junto a los 20 acompañantes de ese vuelo directo al Paraíso, para que desde lo alto pudieran seguir ayudando tal y como lo hicieron en vida, entregando alegría, vitalidad y ganas de ver un mundo mejor y más justo. Desde esta tribuna le agradezco todo lo realizado: sus esfuerzos y todas las enseñanzas entregadas a los suyos.
Sé que desde allá, al lado de Dios, seguirá ayudando y cuidando a sus amados animales. Adios, Felipe… A Dios, Felipe…