Si algo me molesta,
sé adónde ir
para disfrutar de comprensión.
Cierro los ojos
y voy a mi interior.
Al respirar profundamente,
permito que cualquier sentimiento de carga
se disipe.
Enfoco mi atención
en el ritmo de mi pecho y de mi abdomen
a medida que inhalo y exhalo.
Al ir a lo profundo de mi ser,
siento unidad con el universo.
Cada célula de mi cuerpo
se llena de la fuerza de la vida;
cada aspecto de quien soy
se vuelve una expresión de la creación divina.
Al reconocer mi unidad
con la Fuente de todo,
me vuelvo receptivo
a las infinitas posibilidades
que no sabía que existían.
Nuevas bendiciones vienen a mí.