Hay diversas modalidades de terapia, lo importante es saber que se trata de un proceso de reflexión ayudado por un especialista.
Quizás eres de los que no creen ni confían en los psicólogos. Sin embargo, muchas personas se han cuestionado, más de una vez en su vida, sobre la necesidad de recurrir a la ayuda de un especialista para sobrellevar una angustia o problema que, piensan, los supera.
El tema es que quienes se cuestionan esa posibilidad dudan sobre a quién recurrir y ahí se quedan. Para ayudarlos a resolver, pedimos a dos psicólogos que nos despejaran dudas y dieran algunas pistas sobre cómo proceder.
El primer paso es saber qué es y para qué sirve una terapia psicológica. “La psicoterapia -explica la psicóloga Teresa Quintana, coordinadora CEAP de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez- es un proceso de diálogo entre el terapeuta y el consultante y tiene como objetivo revisar aquello que en un momento determinado de la vida en una persona, le preocupa, le incomoda y genera problemas, con el propósito de generar nuevas miradas sobre aquello y mejorar la calidad de vida de la persona”.
Claudio Martínez Guzmán, PhD en psicología y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, agrega que una terapia psicológica es un tratamiento especializado que busca ayudar a las personas con sus problemas emocionales (miedos), afectivos (depresión), relacionales (conflicto con seres queridos), y conductuales (adicciones). También, puede ser de gran ayuda para personas con problemas de origen somático (dolor crónico) o padecen enfermedades crónicas (enfermedades inmunes).
En este sentido, dice Martínez, el vínculo que se forma entre paciente y terapeuta (ya sea psicólogo o psiquiatra) cobra importancia porque se ha probado que una relación terapéutica positiva, de confianza, honestidad y cooperación entre los participantes, está fuertemente asociada con buenos resultados terapéuticos. Otro elemento que concurre en esto es el tipo de técnica específica que se aplique en la terapia y que dependerá de los cuadros o dolencias particulares.
El segundo punto a despejar es cuándo se debe recurrir a una terapia. Martínez señala que las personas suelen buscar ayuda psicológica cuando aparecen síntomas agudos que les impiden un normal funcionamiento, como insomnio, miedos, ansiedad, o bien muestran conductas o reacciones que les generan conflictos evidentes en sus relaciones familiares o laborales como las peleas con la pareja. Sin embargo, aclara, estos problemas, que se hacen evidentes en un momento dado y llevan a pedir ayuda, pueden tener un origen anterior.
Teresa Quintana agrega que las personas suelen recurrir a una terapia cuando se sienten incómodas, intranquilas e infelices respecto de lo que hacen, de su relación con los demás y la percepción que tienen de sí mismo y de la vida. “No siempre se relaciona con un acontecimiento o evento inmediato, a veces puede ser algo que le haya afectado hace tiempo, que no enfrentó en forma adecuada para sí mismo y por tanto no se siente plena”, explica.
Las diversas terapias o modelos psicoterapéuticos a utilizar se diferencian en el uso de herramientas técnicas específicas; en la concepción que poseen del origen de los problemas psicológicos; en la noción que tienen sobre el fenómeno que estudian, explica Martínez. “Sin embargo, la investigación ha demostrado que hay cierta equivalencia entre ellas en cuanto a los resultados y, dependiendo del motivo de consulta, sus diferencias más bien se pueden establecer de acuerdo a la manera en que focalizan los problemas”, agrega.
El tercer punto es conocer en términos muy simples cuáles son algunos modelos psicoterapeúticos que se aplican. Estos son:
El psicoanálisis, que busca profundizar en los aspectos menos conscientes que sostienen determinados conflictos, o en la forma más o menos repetitiva y problemática en que las personas abordan sus relaciones interpersonales. En este modelo los terapeutas aportan con nuevas reflexiones a las ideas de los pacientes, interpretando o señalando aquellos aspectos que les parecen significativos, tanto en el relato (discurso) o en el comportamiento del paciente.
El modelo cognitivo-conductual suele focalizarse en los esquemas y estrategias cognitivas de los pacientes que sostienen o mantienen ciertas conductas problemáticas. Los terapeutas aquí buscan que los pacientes puedan identificar los supuestos, creencias y reglas subyacentes que refuerzan y sostienen ciertos comportamientos más problemáticos. Con esto establecido, el modelo trabaja tanto a nivel reflexivo como con acciones concretas. Por ejemplo, en esta terapia se utilizan muchas tareas que la persona puede desarrollar en su casa, lo que le permitirá explorar sus dificultades, monitorear los avances y probar cambios en sus esquemas pre-establecidos.
La terapia gestáltica aborda los conflictos en la forma que estos se presentan en el aquí y ahora. Busca ayudar a los pacientes a aceptar su propia identidad, a conocerse en sus polaridades, contradicciones y conflictos. A través de técnicas básicamente vivenciales, análisis de sueños y fantasías, este modelo busca que los pacientes se reconozcan a sí mismos en el presente.
Las terapias humanistas son un conjunto de modelos y técnicas diferentes entre sí (ej. gestalt, transpersonal), pero que comparten una visión del ser humano como un ser en constante autorealización, pero que por diversos motivos se impide a sí mismo avanzar en este proceso. Estos modelos y a través de técnicas básicamente vivenciales, buscan destrabar este proceso para lograr que la persona encuentre su propio Yo y deje fluir su energía natural hacia la realización y trascendencia. Los terapeutas actúan como facilitadores empáticos en este proceso.
Las terapias construccionistas y constructivistas se focalizan en las narrativas que utilizan las personas para relatar sus problemas y dificultades emocionales o relacionales. Asumen que estas narrativas responden a construcciones que han hecho las personas sobre sus experiencias, construcciones que adquirirían cierta rigidez y marcarían la forma en que se relatan así mismos. Ambos modelos buscan flexibilizar la forma en que las personas refieren su experiencia en el mundo.
Finalmente, sobre a quién recurrir y qué factores considerar en ello, Claudio Martínez indica que normalmente las personas iniciadas eligen los modelos terapéuticos que conocen mejor, que han estudiado, que representan una escuela o teoría que les hace mayor sentido. Sin embargo, para las personas que no conocen y acuden por primera vez, la recomendación es que elijan con referencias (no por el diario o avisos económicos) de otros cercanos que conocen más o han tenido alguna experiencia.
“De todos modos, una buena experiencia de algunos, no necesariamente será una buena experiencia para todos, por lo que en definitiva haga la elección en el primer contacto. Intente preguntarse si puede o no confiar en la persona que tiene al frente, si se siente cómoda, escuchada y entendida, al fin y al cabo, esos constituyen los principales elementos que podrían hacer la diferencia entre una mala y una buena experiencia terapéutica”, recomienda.