Cabalgata de Reyes
Abre los ojos, niño, bien redondos,
con imaginación, sin parpadeo.
En esta noche hay Reyes cabalgando
tras una estrella mágica en el cielo.
Ya los viste avanzar entre colinas
de musgo, por senderos
de arena blanca, atravesar el río
de estática corriente, sin descenso
de su papel de plata, río helado,
bajo el claro cristal del 'nacimiento'.
Hoy llegan al portal, con sus ofrendas
de oro, mirra e incienso.
Y el otro Niño, afable, les sonríe…,
o tal vez es a un pájaro en el sueño.
Que es como tú este Niño,
aunque algo misterioso, y más pequeño.
Las calles se alborotan,
y danzan en el viento
voces, y músicas, y campanillas
en confuso, festivo tintineo.
En esta cabalgata
los Reyes sí se mueven, pretendiendo
ser reyes de verdad, capas al hombro,
y exóticos sombreros.
No me sueltes la mano,
que yo me perdería si te pierdo.
Mejor sube a mis hombros, que me cuelguen
tus piernas sobre el pecho,
y saluda a los Reyes, que ya saben
cómo has sido y quién eres. Todo el pueblo
se ha lanzado a la calle a recibirlos,
pero esta noche volverán de nuevo,
cuando dormido estés, tan sigilosos
que no se enterarán ni los espejos.
Pasaron ya, se alejan. Vamos, niño,
a dormir y soñar, que entre los dedos
se te desliza el frío de la noche.
Ya es hora de acostarse, mi pequeño.
FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO