Sobre cómo verse más lindas, ser malas, develar secretos familiares, sobrevivir a infancias traumáticas, vencer los miedos y revivir a mujeres que inspiraron a desvelados artistas gimiendo de amor, hablan diez mujeres cuyas coloridas hojas manchadas de tinta permanecen expectantes en la vitrina de la librería.
Inocencia radical (Aguilar España)
Elsa Punset nos invita a un viaje por los delicados senderos floridos de la infancia, pero no para quedarse ahí, sino con la finalidad de traer al presente aquella pureza y resplandor que caracterizan a la época más tierna del ser humano. De este modo, al lado del camino quedan los miedos, las necesidades frustradas, y los deseos ingobernables, para refugiarnos en el amor que origina la capacidad de crear. Disponible sólo en Amazon.
Diez mujeres (Santillana)
Marcela Serrano dice que "todas las mujeres tenemos más o menos la misma historia que contar", motivo por el que en su libro más reciente una psicóloga decide reunir a nueve pacientes cuyas edades que fluctúan entre los 19 y 45 años, desconocidas entre sí, y que provienen de diversas condiciones sociales, aunque todas permanecen atadas por la soledad, el miedo, la inseguridad y el deseo.
El jardín olvidado (Santillana)
Kate Morton presenta su tercera novela -con más de 154.000 copias vendidas en España- como "un cuento de hadas para adultos", basado en aquellos secretos que toda familia esconde. Estos empatanados episodios serán develados cuando Casandra viaje al brumoso condado de Cornualles en búsqueda de su abuela, quien dibujaba princesas convertidas en aves durante la Primera Guerra Mundial.
Musas modernas (Océano)
Carmen Domingo sienta a la mesa a once mujeres contemporáneas que, tras las amplias espaldas de sus hombres, revolucionaron el mundo de la música, la pintura, la filosofía, y el cine. Gala, Yoko Ono, Isabel Colbrán, Mia Farrow, Clara Wieck, Lou Andreas-Salomé, y Edie Sedgwick, entre otras, fueron féminas educadas que no salían de casa sin maquillaje, listas para inspirar a Dalí, Lennon, Rossini, Sinatra, Schumann, Nietzsche y Warhol.
Clara Malraux (Océano)
Dominique Bona retrata a Clara Goldschmidt, una inquieta intelectual de la Resistencia francesa que carga con el rótulo de "mujer de escritor", motivo por el que la sociedad y su propio marido, le recuerdan continuamente la función decorativa que debe desempeñar. Paradójicamente, a pesar de la separación, Clara llegará al final de sus días con el apellido de André Malraux y la frase "no hay que quedarse sentada en el balcón a ver pasar la vida".
Agua fresca en los espejos (Ediciones B)
Vinka Jackson escribe para reconstruir su cuerpo y corazón después de los abusos sexuales con que su padre le arrancó la inocencia. Es la imagen heroica de quien aprendió a respirar bajo el agua con los ojos clavados en el cielo, sólo para un día recuperar la voz y con su experiencia ayudar a niñas, mujeres y hombres, que de cara al espejo sangran sin heridas aparentes.
El poder del discurso materno (Catalonia)
Laura Gutman es psicoterapeuta familiar y sostiene que uno de los factores fundamentales para comprendernos es retroceder a las palabras maternales de la infancia. Sí, los susurros de cariño y los gritos tras entrar a la casa con el vestido embarrado luego de preparar pasteles en el jardín. El poder del discurso materno carece de consejos para la crianza, porque su objetivo es el retorno a ella por medio de la voz de mamá.
El desvelo (Santillana)
María José Poblete relata el día en que Felipe decide suicidarse, motivo por el que su familia viajará desde distintos países para sepultarlo en Santiago. El problema es que al difunto sus hermanos lo conocieron someramente cuando ya era un adulto, lo que gatillará una avalancha de preguntas sobre el pasado que sólo Piedad, la matriarca, podrá contestar.
Todas brujas, las ventajas de ser malas (Norma)
Ana von Rebeur va contra la corriente y las mujeres que esperan al marido con la comida humeante y las pantuflas listas para relajar al rey de la casa. Cansada de ver a sus amigas en esta situación, Von Rebeur explica que a las mujeres nos iría mejor si, en lugar de tratar de ser buenas con todos, nos moviésemos con desparpajo por la vida, a sabiendas de que el mundo se puede rodear con un collar de perlas.
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