Muchas de tus distracciones están allí porque crees que las necesitas. Acalla tus pensamientos y esas distracciones desaparecerán.
Deja ir las preocupaciones y vence las dudas, que sólo logran confundir tus ideas.
Acalla tus pensamientos por un tiempo y siente la felicidad de ser, simplemente, quien tú eres.
Aquieta tu mente y súbitamente, esas distracciones tan abrumadoras parecen estar a un millón de kilómetros. Sumérgete en el darte cuenta que estás aquí, en este preciso instante y olvida las preocupaciones, los temores y las dudas.
Aléjate un paso de tus pensamientos frenéticos y desordenados y en la tranquilidad del silencio concentra tu atención en lo que es realmente importante para tí.
Experimenta la claridad de perspectiva que sólo la tranquilidad puede aportar.
Más allá de pensar y preocuparse, de cuestionarse y juzgar y analizar hasta casi agonizar hay un espacio poderoso, refrescante y lleno de energía. Siente el valor que la tranquilidad puede darte.