Mejor prevenir. Y si es con un producto cuyo único cometido es dar color, mejor. Es lo que han pensado los fabricantes de bebidas Coca-Cola y Pepsi, que han decidido cambiar la composición de sus productos ante la sospecha de que uno de sus integrantes sea cancerígeno, según informa la web de la BBC.
El producto en cuestión es el 4-metilimidazol (abreviado como 4-MEI), un colorante que se utiliza para dar el aspecto de caramelo (y que de hecho se produce naturalmente en la cocción de algunos alimentos). Y la alarma ha surgido porque el Estado de California lo ha incluido en la lista de posibles cancerígenos después de un ensayo en ratas. De hecho, según la BBC, las compañías ya han empezado a cambiar su composición en este Estado. Y ello a pesar de que la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA) calcula que de acuerdo con ese ensayo una persona debería tomar mil latas diarias de refresco para notar el efecto adverso. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó el año pasado este producto, y concluyó que no había datos para determinar que era carcinogénico.
Un portavoz de Coca-Cola en España ha declarado que el producto no es un ingrediente, sino que es "un residuo que se produce en el proceso de caramelización". Y que no se encuentra solo en las bebidas. "Hay más en una tostada", dice, o en muchos alimentos que se tuestan o se someten al fuego."De hecho, está considerado un 2B en la lista de cancerígenos de la OMS", lo que implica que es solo un "posible" carcinogénico, indica el portavoz.
Según los cálculos de la compañía, para que una persona sufriera el mismo efecto que se vio en el ensayo en ratas tendría que tomar unas 18.000 latas de bebida al día durante un largo periodo de tiempo.
"Lo que sucede es que la legislación en California obliga a indicar su presencia en la etiqueta independientemente de su cantidad y riesgo", afirma el portavoz, y, antes que eso, la compañía está revisando el proceso de fabricación para evitar que aparezca el residuo.
El caso es similar al del hallazgo de acrilamidas en las patatas fritas por investigadores suecos en 2002. Al igual que el 4-MEI, se trata de u producto que se produce durante la combustión (en este caso, al freír), y que causó gran alarma hasta que se determinó que la cantidad presente en los alimentos estaba por debajo del nivel de riesgo.