Quienes la han escuchado saben que muchas veces expone episodios de su vida cotidiana ya que pretende, a partir de esos ejemplos, empatizar con la gente y hacer que su mensaje llegue a todos. “Hablo desde el sentido común”, acostumbra a decir.
Por eso no es extraño que hace algunos años comenzara a abordar el tema del dolor en público y revelara el largo proceso que vivió a partir de la pérdida de su pareja tras un fulminante cáncer.
Pilar Sordo, psicóloga, best seller en Chile y en otros países de Latinoamérica con libros como “Viva la diferencia”, “No quiero crecer” y “Lecciones de seducción”, regresa a las librerías ahora con “Bienvenido dolor”, un texto en el cual aborda temas como la felicidad, el dolor, la muerte y el duelo y en donde desmitifica creencias tan arraigadas como que la felicidad tiene que ver con la alegría.
Asegura que si bien su proceso personal a partir de la muerte de Óscar está relacionado con el libro, el verdadero motor de éste es la fundación que creó con el objetivo de apoyar a las personas que viven el cáncer y sus familiares.
“Siento que la felicidad y el dolor son dos caras de la misma moneda que eran necesarias abordar”, explica.
-Dices que son dos caras, ¿pero son dos caras que se contraponen entre sí?
“Efectivamente son dos temas que no queremos juntar y que ojala estén en carreteras separadas, pero no es así. La plenitud de la felicidad se alcanza después de haber vivido grandes dolores; el dolor te permite, si lo tomas bien –y por eso el título- tomar contacto con la felicidad”.
-Cuando abordas el tema de la felicidad señalas que los chilenos tenemos la tendencia a ser pesimistas, siempre anticipamos desgracias.
“Sí, somos como boicoteadores de la gente que está contenta, es como cuando alguien dice que va a cambiar el auto y no falta el que le dice que ese modelo da pocos kilómetros por litro.
“Las consecuencias de esto son que, por un lado, no nos terminamos contando las cosas buenas y nuestro discurso social es más bien negativo. Por otro, que me parece más grave en términos psicológicos, es que no tenemos capacidad para ilusionarnos; la ilusión cuesta mucho que se genere porque es tanto el miedo al desencanto que preferimos no ilusionarnos. Esta lógica lleva a un país a no tener grandes sueños”.
-Sostienes que ser alegre no es lo mismo que ser feliz, ¿cómo es eso?
“Pensamos que la felicidad son sólo momentos, que si la gente no está contenta no puede ser feliz y eso es falso, porque yo he visto personas en unidades de quimioterapia que son felices, pero que no están contentas. En algunos momentos son hermanas, pero en otros, caminan por rutas separadas. La decisión de ser feliz tiene que ver con un trabajo sobre los dolores que se están viviendo, no esperando que se pasen”.
-¿Cuáles son los pilares de la felicidad?
“Lo que mostró la investigación es que la felicidad tiene que ver con tres condiciones. La primera es que es una decisión que se toma en forma independiente a lo que me esté pasando, o sea, un tema de actitud. La segunda, es que se tiene que ser agradecido, y la tercera tiene que ver con centrarse en lo que uno tiene y no en lo que me falta. Ahora para vivir estas tres condiciones se requiere de otras como tener un buen soporte afectivo, buen sentido el humor y algún sentido de trascendencia ya sea Dios, naturaleza u otra cosa”.
-Dices que la felicidad pasa por una decisión, ¿cómo se entiende que sea un tema de voluntad?
“Lo es, porque la verdad es que para todos es mucho más fácil pensar que la felicidad es un valor anhelado, o sea, algo que se espera que llegue, ya sea cuando me case o se mejore mi mamá. Pero es distinto cuando se asume que uno se tiene que hacer responsable de su propia felicidad porque se contrapone con nuestra cultura en donde se cree que se es feliz en la medida que me pasan cosas y no cuando genero situaciones para estar feliz”.
-¿Por qué hay que ser agradecido?
“Porque el agradecimiento tienen que ver con una capacidad de observar lo que me pasa en el presente. Si se agradece la ducha que me di con agua tibia, estoy anclado en el presente y estoy viendo lo que me pasa en el día; el que no agradece es porque no ve, no logró cachar que más de la mitad del planeta no se puede duchar con agua caliente.
“La mayoría de la gente, cuando le preguntas cómo estuvo el día, aparte de anticiparte un montón de desgracias porque es marzo, te va a decir que fue un día común y corriente y éstos no existen, porque el día está lleno de milagros en los que debo reparar a pesar de los dolores que cargo”.
-Defines el dolor como un compañero de viaje y la verdad es que nadie lo querría de eso. Es como natural hacerle el quite.
“Es verdad, como que la gente lo único que busca es ganarle al dolor y por eso hacemos un montón de cosas para hacerle el quite, como llenarnos de medicamentos o alcohol. Como que el dolor no lo sientes si estás ocupado, entonces todo el mundo te dice que trabajes para que no pienses. Tenemos la ilusión de que le podemos ganar, pero eso es falso, Esto es como el oráculo griego, mientras más me arranco, más me encuentro con él y crece. Cuando lo tomo, lo acepto y decido tratar de caminar con él, primero, pasa más rápido, segundo disminuye, tercero, se da una suerte de control sobre lo que vives, y cuarto, comienzas a rescatar el aprendizaje de lo vivido. Esta encomienda, el dolor llega siempre para algo aunque no se tenga la capacidad de verlo”.
Pilar asegura que por todo lo anterior es fundamental encontrarle un sentido al dolor y de ahí que la pregunta que hay que hacerse es ¿para qué? Agrega que el dolor no se termina, sino que convive junto a la felicidad. “A ratos se ve más uno que otro, pero siempre caminan en paralelo y depende de uno cómo va a estar el estado de ánimo”, dice.
“Del dolor no se puede arrancar –insiste-, el dolor es inherente al ser humano”.
-¿Cuesta entender, como lo sostienes, que los grandes cambios en la vida se producen a partir del dolor y no de la felicidad?
“Es que es el dolor el que produce el anclaje con las prioridades. Por eso le tengo más miedo a la riqueza que a la pobreza, porque es más fácil perder la noción de lo que es esencial. El dolor ordena la cabeza y uno se da cuenta que muchas veces uno se amarga por estupideces. Es un ordenamiento natural”.