Esta planta crece en lugares pantanosos, fangosos, y a pesar de ello su flor surge elevada, fragante, estilizada e impecable. Sus pétalos lanceolados y cóncavos están dispuestos en forma de rayos y contiguos entre sí, ordenados en varios niveles de tal manera que los pétalos superiores cubren los espacios intermedios de los que están inmediatamente por debajo.
La flor de loto es un símbolo de la pureza que surge de entre la inmundicia, recordando la condición del hombre: hecho de material corrompible, su ser puede elevarse hacia planos sublimes.
En el budismo, el esquema de representación gráfica del loto suele ser similar al del laberinto estrella.
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