Ese lugar no se encuentra lejos
ni es de difícil acceso.
Se encuentra justo donde estás ahora.
Se encuentra justo donde estás
cada vez que aquietas tus pensamientos
En el silencio, hay quietud y paz.
No es la quietud del dormir.
No es la paz del sueño.
Es la quietud que el árbol conoce
cuando el sol penetra sus hojas extendidas
en el atardecer del verano.
Es la paz que siente un pájaro
cuando flota serenamente
con el movimiento del aire
sin mover sus alas.
Es la quietud que sentimos´
en la presencia sustentadora de un amigo.
¿Has recibido alguna vez a alguien que amas
y que ha estado lejos por mucho tiempo?
En medio de los empujones, el entusiasmo, el apuro,
cuando la persona amada entró por la puerta,
por un momento desaparecieron el ruido y la confusión,
extendiste tu mano, y hay sólo amor, paz y gozo.
De modo que, cuando entras al lugar del silencio,
no importa lo que te ocurra en el mundo externo,
por un momento el ruido y la confusión desaparecen,
y sólo sientes la paz y el gozo de Aquél que amas,
de Aquél que te ama.
Debajo de las olas yace el mar profundo y tranquilo.
Arriba de las nubes, los cielos se encuentran serenos.
En el centro del volante hay un punto que no se mueve.
Debajo del aspecto superficial de los eventos,
por encima del nivel de pensamiento,
hay un lugar de paz en el fondo de tu corazón.
El silencio es un lugar para pensar
en el cual tu mente puede caminar sola y descansar.
El silencio es una piscina profunda
en la cual tu alma puede mirar fijamente
dentro de la profundidad de sí misma.
El silencio es un puente
Es la fuerza que necesitas.
Es la inspiración que buscas.