El verdadero valor de un regalo
no es determinado
por el dinero que pagamos por él,
sino por lo que hemos puesto
de nosotros mismos en él.
Demos siempre imaginativa,
amorosa, entusiasta y libremente,
ya sea nuestro regalo
una sonrisa, una palabra,
una acción o un objeto.
Es mejor no dar a dar
con un sentido de obligación
o con la esperanza
de obtener algo a cambio.
El dar verdadero es espontáneo,
como el fluir de agua
de una fuente o un arroyo.
Avivemos el espíritu de fe,
amor y gozo en nosotros y,
de este modo, no podremos evitar dar.
Luego demos
con la realización feliz
de que cada regalo,
contiene algo de nosotros,
lo mejor de nosotros.
Demos sin ataduras,
y recibiremos
de la misma manera.
D/A