EL FIN DEL CAMINO
Recuerdo la misma Vida que modeló este cuerpo,
y lo sacó del mismo cuerpo del planeta.
Ya su imagen, modeló otros muchos cuerpos para
que el mismo Espíritu los usara como guantes,
para sentir a través de ellos el calor de la experiencia.
Recuerdo las mismas estrellas,
que han visto cómo nació este mundo, y
ahora ven cómo retoza, como los mundos niños,
buscando el mismo latido que otros muchos mundos
buscan en el Universo.
Sintiendo con su corta edad las mismas tentaciones
y cayendo como todos los de su edad en las mismas faltas.
Y recuerden todos, porque la ignorancia del hombre
es sentirse aislado, como la ignorancia de la cresta de una ola,
que por un momento levanta su cabeza
en la llanura del mar y cree no ser mar.
Recuerden todos ese camino,
que por muy recto que una dos metas,
esclaviza a todos aquellos que no lo hicieron con sus pasos.
Bendito aquél que toma el sendero más corto
porque llegará antes. Mas benditos todos los que llegan,
porque al llegar, verán el camino desde arriba,
y ya fuera de él, verán el principio
y verán el fin del camino delante de ellos,
porque una piedra nunca pensaría en llegar
caminando hasta la montaña, pero la añora.
Y tanto la añora, que llega a moverse,
después repta, luego camina, después vuela, y
después su pensamiento crea las manos
que llegando a la cima la depositan en ella.
Y solamente esto es el tiempo: deseo.
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACÓATL