El filósofo Ralph Waldo Emerson una vez escribió acerca de “colocarse en medio del torrente de poder y sabiduría”. Al dirigirme a Dios en mí, puedo apreciar el orden divino que obra en mi vida. Al cooperar con el fluir divino, soy fuerte y sabio. No creo este torrente de poder —sencillamente participo en él con un corazón agradecido.
Cuando comienzo mi día, establezco orden enfocando mi atención en una Verdad espiritual fortalecedora. Al hablar e interactuar con los demás, soy positivo y útil. Si descubro ideas para crear un orden mayor en mi vida, las pongo en acción.
Luego, como Emerson predijo, soy “sin esfuerzo, impulsado hacia la verdad ... y a una satisfacción perfecta”. ¡Estoy en el fluir!
Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo.—Salmo 46:4
Fortalezco a mi familia gracias al poder del amor.
Tanto un pino majestuoso como un roble poderoso necesitan de lluvia, luz solar, aire y tierra para prosperar. De igual manera, el consuelo, la inspiración, las ideas y el apoyo que recibimos de los demás promueven nuestro desarrollo y crecimiento.
La familia es una parte vital de nuestro sistema de sustento espiritual. Hoy doy gracias por mis familiares y por todas las personas que son importantes para mí. Acepto nuestras semejanzas y diferencias. Fortalezco nuestro vínculo por medio de actos sencillos de bondad tales como una llamada telefónica o un mensaje escrito. Ya estemos cerca o lejos, bendigo a mis seres queridos con pensamientos y oraciones de gratitud por su presencia en mi vida.
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.—Gálatas 5:22-23