Desmitificando: “El amor romántico crea una buena pareja”
Amor romántico: un compromiso que no entiende de límites ni siquiera más allá de la muerte, una pasión desbocada, una complicidad perfecta, pajarillos cantando… Velas, luz tenue, música, a ser posible una lánguida melodía de amor, una pareja enamorada abrazados, contemplándose, intercambiando votos de devoción apasionada e intensa. ¿Utopía? ¿Imposible?
Así es como nos imaginamos el amor ideal o, mejor dicho, un intercambio de una pareja ideal. Sin embargo, el romance ilimitado es imposible y esperarlo solo nos conducirá hasta amargas desilusiones.
¿Hasta que la muerte nos separe? Deberíamos reaprender a enamorarnos y dejar a un lado ese instinto de educación romántica que hemos absorbido desde la infancia a través de los cuentos de hagas.
Adiós a la idealización del vínculo amoroso
La creencia de la permanencia del amor romántico tiene un séquito de conceptos aliados que conviene revisar, veamos dos principales
El amor a primera vista: si en verdad entendemos el amor sabremos que este sentimiento requiere del paso del tiempo para desarrollarse. Es posible sentir atracción o deseo por una persona a primera vista pero el amor requiere del paso del tiempo para que se desvelen aquellas cualidades dignas de ser amadas, de crear satisfacción mutua y enriquecimiento.
- Estar locamente enamorado es otra frase que escuchamos (¡¡y decimos!!) con frecuencia. Sin embargo, la fase de enamoramiento o “de enajenación transitoria” no puede mantenerse durante mucho tiempo. La razón fundamental es que no resulta adaptativa ni a nivel fisiológico (alteración constante) ni a nivel social-personal (acabaríamos descuidando mucho por estar pensando en nuestro amor o por estar a su lado).
- El amor verdadero debe ser como un cuento: la Cenicienta es buen cuento, bonito y metafórico, pero encierra tras sí un esquema relacional insano; en la vida real el encantador príncipe y la bella princesa tendrán mezclados los papales con gran probabilidad y descubrirán que sus condiciones son tan dispares que muchas veces ocasionarán conflictos.
- Los buenos hombres reparan la casa y las buenas mujeres lavan la ropa: afortunadamente comenzamos a ser conscientes y a pelear contra el colapso que generan los estereotipos sexuales rígidos. Esto se hace en pro del énfasis de la individualidad y la igualdad, pilares esenciales de una relación.
En defensa de las relaciones reales
El propio concepto de pareja real lo determina cada miembro en conjunción con sus ideales, sus cualidades, su capacidad de reflexión y su manera de vivir los sentimientos y emociones que compartir camino genera. O sea que una pareja ideal y real es aquella que se construye a sí misma.
A menudo nos encontramos con gente que determina con insulsa facilidad que si no te haces fotos besándote, no cuelgas mensajes románticos en facebook, no orientas tu vida a un interés común y no dependes de la persona a la que amas, entonces no estás en una relación real o sana.
Pero se puede ser compatible sin necesidad de publicarlo en las redes sociales, de estar todo el día juntos, de sentir la necesidad de besarse de manera constante, de abrazarse por las noches o de poner velas para ambientar el amor.
Suele parecernos mal que alguien no se ciña a estos cánones y que pretendan decirnos que lo correcto es no es decir “sin ti no soy nada”. Pero si atendemos a ello caeremos en la cuenta de que es un esquema que atenta contra nuestra autonomía y nuestras relaciones.
Se puede ser tal y como una pareja decida ser, por lo que la pluralidad y la individuación de la relación es lo que le concede el estatus de real. Claro es que esto es válido siempre y cuando estos intercambios se basen en el respeto hacia el crecimiento de uno mismo.
Cada persona tiene sus particularidades y, con ellas, se forja un amor distintivo entre dos personas. El amor verdadero no es el romántico sino que es, simplemente, el que se erige desde la libertad y cariño mutuo; o sea, el sentimiento que da alas para volar y motivos para quedarse.
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