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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 08/03/2017 21:11 |
En mí existe la fortaleza para perseverar.
Toda fortaleza —mental, física y espiritual— proviene de Dios, y puedo utilizarla en cualquier momento. Es un don fundamental que Dios me ha dado para perseverar, para nunca rendirme, para continuar avanzando y logrando mis metas.
La fortaleza puede manifestarse como mi habilidad de mantener mis valores y mi moral, vencer retos físicos o permanecer lleno de fe durante tiempos difíciles. La oración y meditación ayudan a mantener mi relación personal con Dios y a fomentar mi firmeza.
Aun cuando me sienta débil o necesite aliento para alcanzar un objetivo, reconozco que tengo un pozo infinito de fortaleza en mí; que en mí existe la entereza para perseverar.
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré.—Isaías 41:10 | | | |
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No soy yo, sino el Cristo en mí quien hace la obra.
La presencia crística en mí es la fortaleza y el poder que me permite hacer todas las cosas. Cuando recuerdo esta verdad, me libero de cualquier pensamiento egoísta y puedo dar y recibir el bien de Dios.
En mi práctica de oración, paso tiempo consciente de la presencia crística en mí. Durante estos momentos callados soy empoderado para ser afable con los demás y conmigo mismo. Mi actitud optimista da forma a mi vida y produce cambios positivos. Al permitir la libre expresión de mi Cristo morador, experimento la vida con una sensación de maravilla y asombro. Invito al gozo a que viva en mi corazón y fluya de mí hacia los demás. Permito que la presencia crística obre en mí y por medio de mí, y mi vida se llena de bendiciones.
Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.—Juan 17:22 | | | |
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Siempre estoy en evolución hacia una expresión mayor de mi ser divino.
Dios me creó según una imagen divina, con cualidades espirituales tales como amor, paz y bondad. Cuando pienso, hablo y actúo de maneras que reflejan estas cualidades, cumplo con mi potencial divino.
Evolución, por definición, es un proceso gradual de crecimiento. Si siento que no progreso con suficiente rapidez, recuerdo tener paciencia conmigo mismo. Aun cuando sienta que voy hacia atrás, siempre estoy evolucionando. Como una flecha que es jalada hacia atrás en el arco antes de ser lanzada, los errores que cometo y los reveses que sufro me impulsan hacia adelante. Aprendo de mis experiencias y participo conscientemente en mi crecimiento.
Siempre estoy en evolución hacia una expresión mayor de mi ser divino.
Profesemos la verdad en amor y crezcamos en todo en Cristo, que es la cabeza.—Efesios 4:15 | | | |
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Al dejar ir pensamientos de limitación, soy renovado y restaurado.
Cuando me siento fatigado —bien sea emocional, física o mentalmente— recuerdo centrar mi atención y orar. Disipo cualquier emoción reprimida yendo a mi interior. Al dejar ir creencias limitadas y anticuadas, soy renovado. Al dejar ir apegos pasados, hago espacio para recibir las bendiciones del presente.
En este momento, soy restaurado a la conciencia amorosa del Espíritu infinito y morador. En este momento, soy renovado con una vitalidad que no puede ser restringida. En este momento, mi capacidad de disfrutar de este precioso día es ilimitada. Descanso en el conocimiento de que Dios es mi fortaleza. ¡Yo soy alentado, renovado y restaurado!
Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y con la puerta cerrada ora a tu Padre que está en secreto. —Mateo 6:6 | | | | |
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Al dejar ir, experimento la presencia crística de paz.
Al comprender cómo funciona el proceso divino de la creación, podemos cooperar con él. Cada vez que afirmamos una Verdad espiritual, expresamos nuestro poder creativo, alineándonos con ese proceso divino de manera más efectiva.
Para dejar ir plenamente y permitir que el Espíritu sea nuestra guía ante cualquier decisión, utilizamos las afirmaciones y negaciones. Negamos pensamientos de escasez y limitación. Afirmamos que somos seres fuertes, positivos, sabios, amorosos, audaces y libres. Dejar ir nuestros pensamientos de temor y reemplazarlos con afirmaciones de amor infinito requiere una interacción poderosa entre la mente y el corazón. A medida que el proceso se desenvuelve, sentimos la presencia crística de paz.
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.—Proverbios 3:5 | | | | |
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