A través de cada fase de mi viaje, permito que la vida se desenvuelva según el tiempo divino. Dondequiera que me encuentre, sé que estoy aquí por cita divina. Mi actitud positiva refleja mi certeza de que cada lugar y momento a lo largo del viaje son sagrados.
Si no veo inmediatamente lo sagrado o el orden divino en la situación que enfrento, recuerdo que tengo en mí todo lo que necesito para vencer cualquier reto. Mi fe en Dios me da la paciencia y el ímpetu que necesito para avanzar en mi viaje con facilidad y eficiencia. Ver la vida desde una conciencia más elevada me prepara para nuevos comienzos.
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia.—Colosenses 3:12