¿Existe algo en mi vida que me hace sentir tenso? ¿Estoy disgustado con alguien? Es fácil permanecer ofuscado por esas situaciones y difícil dejarlas ir. En momentos como esos, es importante encontrar la calma.
Para suscitar la tranquilidad, me acallo y acudo a la Fuente divina de paz en mí. Recuerdo que también puedo utilizar afirmaciones. Me centro y las digo calladamente en cualquier momento y lugar. Honro cualquier emoción que surja. Cuido de mí con comprensión y amor.
Si percibo que la frustración trata de asomarse nuevamente, escribo lo que estoy sintiendo o lo comparto con un buen amigo. Al prestar atención a lo que ocurre en mí, tomo acción para recobrar mi bienestar.