¿Cuántas veces he orado por la solución de una situación que me preocupaba, por guía en mi camino o por una nueva oportunidad, aferrado a un resultado deseado? Necesitar que se resuelvan situaciones de cierta manera o manteniendo fijos los resultados previstos, hace que se interrumpa el fluir divino de la vida —el cual trasciende las circunstancias ante mí y los límites de mi imaginación.
Decido dejar ir y entregárselo a Dios. Abandono cualquier idea inflexible que pueda impedir el fluir divino en mí. Suavizo el apego a necesidades y deseos específicos.
Oro para tener la claridad de saber qué me corresponde hacer y dejar ir el resto. Al entregar todo los asuntos de mi vida a Dios mis experiencias se llenan de amor y paz.