¡AL SON QUE ME TOQUEN BAILO!
La vida es una fiesta
que nos ofrece diferentes ritmos para ser bailados
y sentir así que todos los momentos
buenos o malos los hemos asumido y gozado.
Hay días en que la melodía
nos lleva a hacer derroche de alegría,
marcar los pasos que damos con energía,
bailando sueltos o agarrados,
sintiéndonos confiados; contagiando de ritmo,
a todo el que está a nuestro lado.
Otras veces la música nos llena de melancolía
y escuchando la canción
que nos toca el alma, hasta lloramos;
ahí preferimos bailar abrazados,
para no sentir miedo de caer,
ni experimentar soledad
en esos momentos que estamos pasando.
Hay que tener presente
que esta canción no es eterna,
tarde que temprano llega a su final,
y en la fiesta de la vida,
cuando menos lo pensemos,
otro ritmo diferente nos va a sonar.
Hay sonatas que nos llevan a reflexionar,
nos motivan a encontrarnos
con nosotros mismos, para conocernos más;
hay otras canciones que sintonizamos para
huir de la realidad; son demasiado estruendosas
y aunque quizás no entendemos lo que traducen,
no nos deja escuchar todo aquello que nos duele
y nos ha de atormentar.
En cualquiera de estas tandas
o etapas de la fiesta,
quizás por perder el ritmo o dejarnos llevar
por la emoción, podemos dar un mal paso y caer;
pisar a quien está a nuestro lado
o bailar descoordinado,
asumiendo un ritmo diferente,
al que la vida nos quiere tocar,
sintiéndonos perdidos y prefiriendo muchas veces
mejor renunciar y dejar de bailar;
sentarnos a ver como lo hacen los demás,
para criticarlos,
reírnos de ellos o simplemente aburrirnos
y no darnos la oportunidad de gozar;
cuando esto pase, lo mejor que podemos hacer,
es detenernos un segundo,
respirar profundamente y empezar a bailar otra vez,
para intentar coger el ritmo y no dejarnos perder.
Muchas veces decimos que la fiesta estuvo mala
porque no supimos o no quisimos bailar,
no pareciera que estamos celebrando la vida,
sino siendo testigos de nuestro propio sepelio,
aunque seamos concientes
de que el corazón nos está latiendo.
No es la fiesta, ni la música,
ni lo que nos brinden en cada lugar,
lo que hará que la pasemos bien o mal...
somos nosotros quien le ponemos
el ánimo que le queramos dar...
por ello simplemente
hay que lanzarnos a la pista y bailar con
alma, vida y corazón,
el ritmo y la canción que
nos regalará la vida hoy.