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De: elvira (Mensaje original) |
Enviado: 22/10/2010 22:54 |
LOS CUATRO PUENTES
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Rebeca tenía dos abuelos a los que adoraba, pero ahora están muertos. Y sobre ellos es la historia que os voy a contar.
Un día el abuelo falleció y la abuela quedó como un alma en pena vagando por la casa que habían compartido tantos años en amor y armonía. Aún tenía familia por supuesto, pero no era lo mismo. La abuela tenía mucha confianza en Rebeca, tanta que terminó confesándole algo que le ocurría: soñaba con su marido muerto.
"Hay cuatro puentes, y al final de los puentes está él, alargando la mano para que vaya con él". Pasaron los días y los meses, y una noche fue Rebeca la que tuvo un sueño extraño: Era pequeña y entraba a un ascensor con su abuela. Iban cogidas de la mano y el elevador ascendía pisos y pisos. Una especie de viaje sin retorno puesto que el ascensor no era familiar para Rebeca. No sabía cuántos pisos habían ascendido cuando, de pronto, el ascensor se paró y se abrieron las puertas.
La abuela soltó la mano de Rebeca y salió. Ella trató de avanzar pero su abuela le dijo: "No, tú no vienes conmigo". La abuela le sonrió en su sueño y aquí terminó todo. Cuando Rebeca se despertó por la mañana su abuela había fallecido la misma noche. En el sueño se había despedido de ella.
Y me preguntaréis, ¿qué tienen que ver los cuatro puentes en esta historia? Cada puente es un mes. La abuela falleció cuatro meses después que su marido, o sea, cuatro puentes después... y recordad que ya os lo decía ella en su sueño: al final de los cuatro puentes, su fallecido marido le tendía la mano.
FIN
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 22:56 |
LAS LUCES
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Esta historia me la contó una chica de unos 16 años,
y no le sucedió a ella, sino a su madre,
una española que emigró a Alemania para buscarse
la vida, teniendo que alquilarse una casa con su joven esposo
que apenas tenía comodidades. Eso sí, tenía visitantes misteriosos.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que
mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de
tantas horas de trabajo.
Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que
era su propio agotamiento el que la hacía tener
alucinaciones auditivas.
Los rasguños en la cama no son tan inhabituales
¿no?. Muchos los hemos oído.
Son visitantes que quieren comunicarnos que
"están ahí también, que no estamos solos".
La joven vivió con esa extraña experiencia unos días
y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió
algo terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando,
su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño,
y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor
que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes,
comenzaron a salir de debajo de la cama. Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella,
y bailaron. La chica las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente.
¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía?
Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos
más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas.
La chica notó esa fuerza en puñetazos y patadas invisibles
que la golpeaban y estampaban contra las
paredes... Gritó, y su marido se cortó con la gillette.
Cuando él iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe.
La joven española emigrante sufrió una paliza que la
dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia,
porque en qué comisaría de policía iban a escuchar
semejante historia sin echarse a reir.
No volvió a ocurrirle porque volvió a España entre
lágrimas y terrores. Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo,
fue para contárselo a su hija -mi confidente-,
quien me confesó que su madre no podía hablar
del tema sin echarse a llorar y a temblar.
No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.
FIN
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 22:58 |
EL ANIVERSARIO
Esta historia me la contó una estudiante de catorce años en un arrebato de intimidad. El suceso lo vivieron sus padres, a los que llamaremos Angela y Martín (recuerdo sus nombres reales pero ya sabéis...)
Aquella noche Angela y Martín se acostaron como de costumbre. Martín se durmió rápidamente pero Angela tenía el sueño más flojo, de modo que cuando empezaron los arañazos ella los oyó y se puso alerta.
Lo primero que pensó al oir ruidos que no supo identificar debido al miedo, fue que habían entrado ladrones en la casa. Despertó a su marido sin abrir siquiera la luz y le pidió que escuchara y mirara a ver si había entrado alguien al hogar.
Martín se despertó, escuchó y dijo: "Son arañazos, será el perro".
Si apenas hacer movimiento encendieron la luz y vieron al animal dormido a los pies de la cama. No había sido él. Volvieron a apagar la luz pero esta vez se reanudaron los arañazos, y cada vez parecía más claro que se estaban haciendo en la puerta cerrada de la habitación. Martín dijo en voz baja a Angela que igual era un ratón, y que si era así, lo pillaría, porque los ratones, al ver una luz, se quedaban inmóviles momentáneamente. Y lo hizo, pero la luz demostró que allí no había ratones. Despertaron al perro, que se puso nervioso.
Volvieron a hacer otra prueba y cada vez que apagaban la luz se escuchaban los rasguños sobre la madera de la puerta. Martín decidió abrir la luz y levantarse y, con bastante miedo, según confesaría, se dirigió a la puerta, la abrió y miró ceñudamente a ambos lados. Nada. Se dirigió hacia la cocina con Angela siguiendo sus pasos. Pensaban en los niños, no querían que se despertaran e intentaron caminar en silencio.
Al llegar a la cocina Angela tuvo un pálpito. - ¿Qué día es hoy, Martín?
Martín le dijo la fecha exacta. - Es el aniversario de la muerte de mi madre!. -Exclamó ella.
Angela encendió una vela y rezó y prometió a su madre que por aquel olvido le haría una misa especial para ella. El resto de la noche no se escuchó ni un rasguño más.
FIN
de la web
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 23:00 |
ALGUIEN OBSERVANDO
Esta historia me la contó una estudiante de catorce años en un arrebato de intimidad. El suceso lo vivieron sus padres, a los que llamaremos Angela y Martín (recuerdo sus nombres reales pero ya sabéis...)
Aquella noche Angela y Martín se acostaron como de costumbre. Martín se durmió rápidamente pero Angela tenía el sueño más flojo, de modo que cuando empezaron los arañazos ella los oyó y se puso alerta.
Lo primero que pensó al oir ruidos que no supo identificar debido al miedo, fue que habían entrado ladrones en la casa. Despertó a su marido sin abrir siquiera la luz y le pidió que escuchara y mirara a ver si había entrado alguien al hogar.
Martín se despertó, escuchó y dijo: "Son arañazos, será el perro".
Si apenas hacer movimiento encendieron la luz y vieron al animal dormido a los pies de la cama. No había sido él. Volvieron a apagar la luz pero esta vez se reanudaron los arañazos, y cada vez parecía más claro que se estaban haciendo en la puerta cerrada de la habitación. Martín dijo en voz baja a Angela que igual era un ratón, y que si era así, lo pillaría, porque los ratones, al ver una luz, se quedaban inmóviles momentáneamente. Y lo hizo, pero la luz demostró que allí no había ratones. Despertaron al perro, que se puso nervioso.
Volvieron a hacer otra prueba y cada vez que apagaban la luz se escuchaban los rasguños sobre la madera de la puerta. Martín decidió abrir la luz y levantarse y, con bastante miedo, según confesaría, se dirigió a la puerta, la abrió y miró ceñudamente a ambos lados. Nada. Se dirigió hacia la cocina con Angela siguiendo sus pasos. Pensaban en los niños, no querían que se despertaran e intentaron caminar en silencio.
Al llegar a la cocina Angela tuvo un pálpito. - ¿Qué día es hoy, Martín?
Martín le dijo la fecha exacta. - Es el aniversario de la muerte de mi madre!. -Exclamó ella.
Angela encendió una vela y rezó y prometió a su madre que por aquel olvido le haría una misa especial para ella. El resto de la noche no se escuchó ni un rasguño más.
FIN
de la web
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 23:01 |
LA VISION
Esta experiencia le ocurrió a un joven francés y a su grupo de amigos. Me lo contó un verano y recuerdo la sensación de elevarme (¡¡¡estaba teniendo miedo!!! cuánto disfruté!)
Pero vamos a la historia:
Se habían reunido para hacer espiritismo y habían adecuado la habitación para que todo fuera más lúgubre. Les quedó bien, iluminados tan sólo por las velas encendidas, los amigos se dispusieron a practicar la ouija y durante un rato se estuvieron divirtiendo. Alguien les contestaba, aquello estaba animado.
Entonces uno de los chicos comenzó a hacer cosas raras y todos dirigieron sus miradas hacia él. El francés que me contó la historia alzó su rostro y vió algo más... algo que los demás no pudieron ver.
Dos fuertes manos aprisionaban la garganta del chico y apretaban, apretaban. La víctima abría la boca y buscaba aire pero nadie supo cómo ayudarle, tenían mucho miedo. El chico que observaba miró hacia arriba y vió al dueño de esas manos. Tras la víctima, estaba su propio padre muerto años atrás.
El fantasma del padre que asesinaba al hijo más allá de la realidad... en forma de espíritu estrangulaba un cuello que los otros chicos veían desnudo, sin esas manos apretando y apretando...
Al final ocurrió lo impensable. La víctima se soltó de las manos y corrió en dirección a la ventana para lanzarse al vacío. Los amigos actuaron rápido esta vez y consiguieron cogerlo de las piernas salvándole la vida.
No sé qué habrá sido de aquel joven.
FIN
de la web Cuentos
para niños
♥**♥Diseño Verito 2010♥**♥
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 23:02 |
EL PENSAMIENTO
Era de noche y María aún no había tenido a su hijo (de ella os he contado la historia de "La noche de San Juan"). Embarazada como estaba y sensible por duplicado, María trataba de dormir y se daba cuenta de que NO podía. Su marido dormía tranquilo a su lado, ambos estaban de espaldas, una contra otra, y de ese modo él no se percató cuando María comenzó a llorar y a llorar...
La imagen de su padre fallecido le vino a la mente, y lloró en silencio por él, porque le echaba de menos, porque le estaba recordando y hubiera deseado que conociera al hijo que iba a tener. La cuestión es que lloró tan en silencio como pudo pero notó que el hecho de que la imagen de su padre le hubiera llegado tan de pronto era algo más que extraño.
Un par de días después estaba en una tortillería tomando un aperitivo con su marido, su hermana y su cuñado. Allí hablaron de un par de cosas y de pronto el cuñado la miró y le dijo: "¿A que no te has acordado del aniversario de la muerte de tu padre?".
Tan perdida en el tiempo como estaba María preguntó: - ¿Cuándo fue?. La respuesta le dejó helada: - Anteayer.
Tragó saliva y abrió los ojos como platos: "Anteanoche estuve llorando y recordando a papá", dijo ella emocionada, y no sabía qué fecha era ni por qué me había llegado ese recuerdo tan fuerte de él."
Cuando ya tuvo a su hijo, estaba una noche dándole un biberón tardío en la casa silenciosa. Estaba sentada en un sillón y tenía a su bebé medio dormido, que chupaba de la tetina sin abrir los ojos.
Estaba muy cansada, muy muy cansada, y creía que se iba a quedar dormida, pero los dolores del reciente parto y la flojedad le hacían llorar constantemente porque María soportaba muy mal el dolor.
Entonces una paz interior llegó hasta ella inundándola, el dolor desapareció por unos instantes, y una alegría injustificada la sucumbió de golpe... frente a ella, lo sabía, estaba su padre. No era visible, pero podía sentirle, y además de eso, podía notar su amor.
FIN
CUENTOS PARA
NIñOS
Fondo Karol 2010 | | | | | | | | | | | | |
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 23:04 |
A LOS PIES DE LA CAMA
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Red y Sadie entraron en la habitación de su hijo al escuchar los gritos. Charlie tenía seis años. Lloraba y gritaba de verdadero pánico. Tenía los ojos hinchados y las lágrimas atravesaban sus sonrosadas mejillas para ir a desaparecer entre las ropas de la cama; a las que se sujetaba como un loco. La luz estaba apagada y la oscuridad era casi total, a no ser por la columna de luz que penetraba a través de la hendidura dejada por la puerta. Charlie llamaba desesperadamente a sus padres... Red y Sadie le encontraron con el cuerpo envuelto en sudor y completamente pálido. Red trató de calmarle: -Tranquilo, sólo ha sido una pesadilla, lo mejor será que te vuelvas a acostar y mañana por la mañana me cuentes que es lo que has soñado. -¿Que...?- Charlie aun parecía estar medio dormido -¡No!- dijo de repente -¡No ha sido una pesadilla!, ¡algo se estaba moviendo a los pies de mi cama!. -Sí, es posible que esté diciendo la verdad- intervino Sadie dirigiendo una mirada cómplice a su marido -como también es posible que esta habitación esté llena de fantasmas y que bajo la cama vivan seres terroríficos. ¿Cuántas veces te hemos dicho que esas cosas no existen? -Muchas- respondió Charlie no muy convencido. Otra mirada de Sadie indicó a Red que le tocaba hablar a él. Entendió el gesto de inmediato y se dispuso a sermonear a su hijo, que poco a poco iba recuperando el color. -Tu madre tiene razón y tu lo sabes, aparte de que ya eres mayorcito para dejar de tener miedo a esas cosas. ¿Te gustaría que se enterasen tus amigos del colegio?, seguro que no, se reirían de ti. Debes aprender a dominarte, igual que has aprendido a no mojar las sábanas, ¿lo recuerdas?. Podría hablarte durante largo rato, pero sería inútil, lo que quiero que aprendas de esto es lo siguiente: que temer a la oscuridad y a lo que hay en ella es cosa de niños muy pequeños y que, a medida que te haces mayor, ves que nada de esto existe. ¿Lo entiendes?. -Sí- confirmó Charlie. Red sonrió y vio como su mujer también lo hacía. Acababan de pasar por una de las típicas charlas de los padres con los hijos. Charlie vio a sus padres marcharse de la habitación apagado la luz que habían encendido al entrar. Cerraron la puerta totalmente. Ahora la oscuridad si era completa. Charlie se resignó y llegó a convencerse de que sólo había sido un sueño; que no estaba realmente despierto cuando le pareció ver algo extraño. Apoyó la cabeza en la almohada y se tapó completamente con las sábanas. Hacía algo de frío. Intentó dormirse, necesitaba descansar. Cerró los ojos y se abandonó a un profundo sueño, tan profundo que no advirtió la mano que le acompañaba bajo las sábanas, una mano eternamente fría y descarnada. La mano que le llevó, de un tirón, al otro lado de la oscuridad.
AUTOR: Héctor Álvarez Sánchez
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De: elvira |
Enviado: 22/10/2010 23:05 |
VISIONES Y PREMONICIONES
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Esta historia la vivieron Marjorie Tillotson
y su hija Hellen, de 26 años.
Hellen vivía en un edificio de apartamentos al otro lado
de la calle donde vivía Marjorie.
Una noche, Helen dormía profundamente
cuando se despertó
al escuchar fuertes voces.
Era su madre que gritaba "¡Helen ¿estás ahí? ¡Déjame entrar!".
Helen se dirigió a la puerta y al abrir se encontró con su madre nerviosa.
Marjorie quería saber por qué Helen había llamado
a su puerta unos minutos antes. Helen miró a su madre estupefacta.
Ella no había salido, no había ido a casa de su madre,
no había llamado a su puerta.
Es más, se había acostado a las 11 de la noche y
no despertó hasta ese momento.
Marjorie, alarmada, le dijo que aquello no era
posible porque ella le
había visto y había hablado con ella.
Es más, según Marjorie, Helen le dijo que fuera
inmediatamente a su casa sin hacer preguntas.
Entonces un estruendo las dejó atónitas y madre e hija
corrieron para asomarse por la ventana:
en la acera de enfrente,
había había un escape de gas y como consecuencia
había provocado una explosión en el edificio donde
vivía Marjorie!.
Si en el primer caso Marjorie salvó la vida, aquí
de nuevo hay
un caso de premonición que... será
mejor que leáis la historia: El 20 de octubre de 1966, una niña galesa de 9
años llamada Eryl Mai Jones, le dijo a su mamá
que había soñado que iba a la escuela y al llegar
vio que el edificio desaparecía, que "una cosa
negra la había aplastado".
Al día siguiente fue a la escuela como de costumbre y...
medio millón de toneladas de carbón de desecho
se deslizaron sobre el pueblo minero matando a
139 personas, la mayoría niños, y entre
ellos Eryl.
FIN
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:28 |
LA CURVA
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Pasaban quince minutos de las nueve de la noche cuando Cobos
decidió irse. Llevaba varias horas delante de la pantalla del ordenador,
sin apenas pestañear y pensó que ya era hora de marchar a casa.
Fuera, en la calle, ya había anochecido hacía un buen rato.
El viento soplaba con una fuerza inusitada, como antesala de
una tormenta que estaba a punto de llegar.
Antes de cerrar la oficina con su llave, tecleó en la pequeña consola
la clave para activar la alarma electrónica.
Esperó unos segundos tras cerrar la puerta hasta que escuchó
un pitido agudo que indicaba que la alarma quedaba en servicio,
y con un gesto instintivo se echó la gabardina por encima de los hombros.
El frío arreciaba y empezaba a lloviznar.
Con paso rápido alcanzó su vehículo, un viejo Renault verde oscuro que
pese a los años, se encontraba en bastante buen estado.
Abríó la puerta y con rapidez se introdujo en su interior.
Introdujo la llave en el contacto y en breves segundos una tenue
luz dió vida al cuadro de mandos. Giró la rueda de la calefacción
al tope, y se dispuso a iniciar la marcha hacia su hogar.
La tormenta se fue volviendo cada vez más virulenta a medida
que se alejaba de la oficina. Aún le quedaban unos 50 kilómetros
hasta llegar a su casa, situada en las afueras de una pequeña
ciudad dormitorio. Decidió encender la radio para hacer el
trayecto más apacible; sin embargo la grave voz del locutor
de ese programa de misterio que tanto le perturbaba,
inundó el oscuro interior del vehículo.
Giró a la derecha para incorporarse a la carretera comarcal por l
a que tendría que transitar varios kilómetros.
No le gustaba nada regresar a casa por este camino,
máxime cuando hacía una noche tan desapacible como esta,
ya que el firme no se encontraba en buen estado y apenas
había iluminación. De hecho se había producido en ella
varios accidentes en los últimos años, alguno de ellos mortal.
Esto también había dado lugar a habladurías de la gente,
que afirmaba que en una curva se aparecía una mujer j
oven vestida de blanco y con aspecto desaliñado. Cobos no era una persona que diera mucho crédito a este tipo
de historias. Sin embargo tenía que reconocer que había algo
en esa carretera que le provocaba una sensación extraña, de intranquilidad.
Ya había dejado atrás las luces de la pequeña ciudad, y la
oscuridad lo inundaba todo. Sólo el resplandor de los faros
delanteros era capaz de romper con la negrura de esa
noche sin luna. De pronto, una sensación muy extraña se
apoderó de él. Se dió cuenta que no se escuchaba ningún
ruido, salvando la radio y el sonido del motor y los neumáticos
sobre la gravilla.Decidió parar en el arcén sin saber bien para
qué, ni que se encontraría. Abrió la puerta del coche y salió.
Fuera llovía copiosamente, pero apenas se escuchaba algo más
que el ruido del motor y el golpeteo de las gotas de lluvia
en el techo del coche. Se introdujo de nuevo en el vehículo,
e inició la marcha, sin haber despejado del todo
ese hormigueo que tenía en el estómago.
Su incertidumbre duró poco tiempo.
Al mirar por el retrovisor interior del coche se dió
cuenta de que no iba solo. Una mujer totalmente empapada,
con un vestido blanco, y la mirada ausente se encontraba en el asiento trasero.
Era imposible que se encontrara allí: el vehículo sólo tenía dos
puertas y de ninguna forma se podía acceder a la parte trasera,
salvo por la puerta del lado del conductor, ya que la otra se
encontraba averiada desde hacía varios días y no se podía abrir.
Su corazón empezó a latir aceleradamente.
Frenó en seco y con sus manos se tapó el rostro,
con la esperanza de que todo fuera fruto de su imaginación.
Sin embargo al volver a mirar por el retrovisor,
la figura seguía sentada en el mismo lugar.
Cobos se giró y balbuceando preguntó a la mujer quién era,
y que hacía allí. Sin embargo esta no articuló palabra.
Su mirada seguía perdida Dios sabe donde...
No podía ser. No podía estar nadie allí. No podía ocurrir
que esa vieja historia de la mujer de la curva le estuviera ocurriendo a él.
No creía en ese tipo de tonterías. Decidió salir del coche y echar
un vistazo desde fuera. Tenía que ser fruto de su imaginación.
Asió la palanca de la puerta con la mano dispuesto a abandonar
el coche, y de repente sintió una fuerte presión en el cuello.
Notó como dos manos frías como el acero le presionaban impidiendo
el paso de aire a los pulmones. Miró sorprendido por el retrovisor
y la imagen que vió le provocó pánico.
La mujer ya no tenía esa mirada fria y distante sino
todo lo contrario: los ojos parecían que se iban a salir
de las órbitas y reflejaban un odio que nunca había visto en ningunta otra mirada.
Intentó zafarse de las manos de la mujer pero le resultó imposible.
Poco a poco, a medida que el oxigeno apenas llegaba a sus pulmones,
fue perdiendo la consciencia, seguro de que iba a morir, pero sin entender
aún porqué. Hasta que la mujer aproximó sus labios y dijo con una voz
carente de expresión: nos veremos en el infierno, donde estoy desde
aquella noche que me atropellaste en la curva que acabamos
de pasar. ¿Recuerdas?
Fueron las últimas palabras que escuchó.
Después reinó la oscuridad más absoluta.
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:32 |
EL GATO NEGRO
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Hace años, en un pueblo de Ensenada, vivía una muchacha que amaba a los gatos.
Aparte de trabajar, se dedicaba a cuidarlos, alimentarlos y darles cariño;
siempre estaba rodeada de ellos, cuando veía a uno abandonado en la calle
se lo llevaba a su casa. Todos los vecinos sabían de su amor hacia esos animales,
es por esta razón que en vez de llamarla por su nombre, le decían la muchacha de los gatos.
Sucedió que una noche se despertó al oír fuertes golpes en la ventana.
Pensó que era algún vecino que necesitaba algo y al asomarse se sorprendió,
pues no había sino un gato negro que la miraba con ojos brillantes.
Ella le abrió para dejarlo entrar y el gato se le acercó ronroneando,
así que lo acarició un rato y luego se volvió a dormir.
Pasaron varios días. El gato negro era el más cariñoso de todos los
que vivían con la muchacha, la seguía adonde iba y ¡hasta dormía
en su cama! Sin embargo, la joven se dio cuenta que los otros gatos
empezaron a alejarse, a irse de su casa; no entendía por qué y sentía tristeza,
pues cada vez tenía menos animales. De entre éstos, ella quería especialmente
a una gata siamés, a la que había criado desde pequeña; temerosa de que también
se alejara decidió dedicarle más tiempo.
Una tarde la joven llegó de trabajar y, con gran pesar, se fijó que sólo dos
gatos se acercaron a ella: la siamés y el negro. Levantó a la gata, la abrazó,
la besó y se sorprendió mucho al ver que el gato negro se enojaba; a ella le
dio miedo porque los ojos se le pusieron rojos, se le pararon los pelos del lomo
y empezó a gruñir tan fuerte que parecían los gritos de una persona.
A la noche siguiente, mientras le servía leche a su gata, el gato negro
se acercó y comenzó a maullar enojado; al ver esto, la muchacha trató
de levantar a la siamés, pero el gato saltó sobre la gata y pelearon ferozmente.
Desesperada por no poder separarlos, corrió a buscar una escoba.
Cuando regresó, la gata estaba muerta y el gato negro se lamía las garras.
Entonces la joven se puso a llorar, y con la escoba echó al gato a la calle.
Durante varias noches, el animal estuvo maullando en la ventana,
esperando que le abriera para entrar.
Cierto día en que la muchacha regresó, encontró al gato dentro de la casa
y se espantó, porque se veía enorme, grandísimo.
Trató de sacarlo y el gato ni se movió, sólo se quedó viéndola a los
ojos; de pronto ¡saltó sobre ella, arañándola y mordiéndola!
La muchacha quiso zafarse, gritar, pero el gato enredó su larga
cola en el cuello de la joven y apretó hasta que ella dejó de respirar.
El negro animal se quedó un rato junto al cuerpo, luego salió por
la ventana y desapareció en medio de la noche.
Nadie se hubiera enterado de la muerte de la joven, pero los otros
gatos regresaron apenas huyó el gato negro y, al ver que ella no se movía,
se pusieron a llorar. El llanto de tantos gatos hizo que la gente fuera a
asomarse; sólo así encontraron a la pobre muchacha.
DE LA WEB RELATOS DE TERROR
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:37 |
LA MUJER DEL PASILLO
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Esta historia trata sobre un chico que trata de hacer contacto con su abuela ya
fallecida,pero no sabe lo que le espera.
Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija,
cosa de la que siempre me arrepentiré.
La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo
con palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia
siempre ha tenido guardada, era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo
aún no había nacido, y siempre había querido conocerla.
Mis amigos hacían eso por diversión, yo por un fin, quería hablar con mi bisabuela.
La Sesión comenzó, entre risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio,
concentrado, pero ellos no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda
la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de
mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigos, se quedaron en silencio, como
yo, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse,
preguntamos al unísono, quién era, pero no respondió.
El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras.
Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras:
"Estoy yendo a por ustedes".
Llamaron a la puerta, pero nadie se atrevió a abrirla, oímos la voz
de quien llamaba, era una mujer, estaba en el pasillo, gritaba por entrar a
mi habitación, el cerrojo estaba echado, no podía entrar,
pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.
La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos
la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba mi nombre.
Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos eran desesperados
. Entonces me di cuenta, era mi bisabuela, algo me lo decía, aunque no podía
explicar cómo lo sabía. Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que
verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis
amigas, tuvo un ataque de nervios, nos acercamos a consolarla, pero
una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos,
nos quedamos de piedra. La mujer del pasillo comenzó a gritar
de nuevo: "¡Se los advertí, y no me hicistes caso, ahora moriras!".
Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría,
intentamos abrir la puerta pero no pudimos, los gritos volvieron a cesar,
conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró detrás de mí.
Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro,
dando patadas a la puerta para abrirla.
Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera,
pues acabo de salir de la cárcel, culpado por el asesinato
de mis amigos, los cuales encontré muertos cuando
conseguí abrir la puerta de mi habitación.
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:44 |
NOCHES LLUVIOSAS
Era una noche de lluvia, en la cual hacía calor y la lluvia era un goze.
Los relampagos y los truenos no cesaban, por eso Carlos decidió que era hora de cerrar las ventanas e irse a dormir.Ana, su mujer le advirtió que dejase una ventana abierta para que entrara mas aire. Al cabo de una rato se fueron a dormir, cuando pasadas las 2 de la madrugada
escucharon los ladridos de unos cuantos perros por el pasillo en donde ellos vivían. Que raro! - dijo Ana - Parece que fuera una jauría de perros callejeros! Porque no te levantas y vas a ver que pasa? - Justo ahora?, bueno esta bien! Carlos se levantó malhumorado y vio por la ventana que no habia nadie ahí, divisó el patio pero comenzó a escuchar aullar a los perros cada vez mas fuerte. Sus dos perritos estaban como si hubieran visto un fantasma,estaban completamente aterrados. Carlos volvió al dormitorio una vez que cerro la ventana y aseguró la puerta. Se volvió a acostar pero se escuchaban unos gruñidos, como si un animal estubiera rabioso o furioso. Los gruñidos se hacian más y más potentes y luego se escuchó como un elefante barritando. En ese mismo momento y a pesar de que Ana gritaba como loca para que Carlos no abriera la puerta,él se animó y quizo ver que pasaba. Cuando salió al patio y miró hacia el pasillo no hizo mas que empezar a rezar. Era una cosa terrorífica de 1.80 mts de altura lleno de pelos, como si fuera un oso, caminaba y con sus manos se agarraba la cabeza dando esos aullidos y gritos. Los perros que lo seguian eran perros comunes callejeros atraidos hacia ese ser. Calos volvio tembloroso y aterrado y le contó a Ana lo que habia visto. No lo podian creer. Ana al otro dia recordó que hacia mucho tiempo atras, contaba una leyenda que jamás se debe dejar la ventana abierta los dias de lluvia porque se invita a bajar a todos aquellos espectros que pasadas las 12 de la noche y hasta el amanecer buscan en donde refugiarse queriendo pasar a tu casa.
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:50 |
LA PUERTA DEL CEMENTERIO
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Soy una chica de Cartagena, me llamo Desireé y voy contar esta historia
que me paso a mi y a mis amigas una noche de Carnaval.
Antes de ir con la historia quisiera decir que soy una chica a la que le
encantan todo lo que tenga que ver con el miedo,los
espiritus,las cosas paranormales.
A mi ya me ha ocurrido varias cosas, la gente me dice que es
un don que tengo porque puedo ver los espiritus y sentir buenas o malas vibraciones.
El caso es que estábamos yo, mi amiga Laura, Vanessa, Yolanda y Patricia.
Era Carnaval y en el pueblo donde veraneo hay mucha marcha, además
la gente se queda a vivir todo el año.
Pues bien,ya teniamos planeado que esa noche queriamos
hacer algo interesante, y pensamos en hacer la tabla de ouija.
Al principio todas ibamos muy decididas pero conforme llegaba la
hora más temiamos ese momento.
El caso es que a las 21:00 horas salimos del pueblo con las
bicis y nos fuimos a un cementerio muy, muy lejano
del pueblo que está justo detras de una montaña escalofriante.
Cuando llegamos aún no era la hora así que comenzamos a explorar el cementerio.
Cogimos las linternas y exploramos las tumbas.
En aquel cementerio las tumbas tienen el nombre, la edad y
la razon de porque se ha muerto cada persona.
Estuvimos leyendo algunas y habian muchas interesantes como
casos de asesinatos, suicidios...
El caso es que yo tropece con algo que estaba en el suelo.
Empecé a cavar y pude ver que era una tumba enterrada y comencé a leer enfocando con la linterna.
Aquella tumba era la de un hombre que se llamaba Lucifarto,
que tenia 35 años y en la tumba ponia que la causa de la muerte es que
era que se suicidó por que los espíritus se lo mandaron.
Lo más sorprendente es que abajo del texto estaba el numero 666.
Estaba todo oscuro, estabámos muy asustadas pero aún así quisimos
seguir con el reto. Nos pusimos al lado de aquella tumba
sacamos la tabla...
Invocamos a Lucifarto y nos dijo que nos fueramos y que lo dejaramos en paz.
Nosotras no le hicimos caso y seguimos insistiendo, entonces fue cuando
nos amenazó de muerte, rompió el vaso, la tabla salio volando... Nosotras
bastante asustadas cogimos las bicicletas y nos fuimos, pero vimos
que la puerta estaba ¡¡cerrada!!
¿Quién la podria haber cerrado si en ese cementerio los sábados
no hay guardia? El caso es que estabamos aterradas y atrapadas,
entonces decidimos saltar. Pero tambien se nos presentaron más obstáculos,
pues a mi amiga Yolanda no la dejaba salir.
Estábamos ya todas fuera menos ella. No podia salir así que nos
fuimos todas a buscar a mi madre y a gente que nos ayudara y a la
pobre Yolanda la dejamos sola.
Fue un trauma para ella y para todas.
El caso es que cuando abrimos entre todos la puerta tampoco
podía salir: Entrábamos y saliamos todos, pero ella no podía.
Todos estábamos bastante nerviosos hasta que mi madre cogió
a mi amiga en brazos y la consiguió sacar de aquella terrible pesadilla.
Esta historia salió en el periodico del pueblo, junto a nuestra foto.
Desde entonces ni se nos ha ocurrido hacer la ouija ni nos hemos atrevido
a acercarnos por aquel cementerio.Cada vez que recordamos esta
historia nos entra auténtico terror."
Leyenda Urbana
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De: elvira |
Enviado: 25/10/2010 20:58 |
MESENGER
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Como cada noche tras salir del trabajo Pat llegó a casa,
encendió el ordenador y conectó el messenger.
Luego, empezó a chatear con sus amigos. En ese preciso instante un pop up
apareció en la pantalla.
kematian@hotmail.com
¿Deseas agregar a esta persona al messenger?
Sí. Los contactos de Messenger forman parte de tu red de Windows live
No, gracias. No te preocupes, no le diremos a nadie que dijiste que no.
¿Quién habría tras el nick de kematian?, pensó.
Aunque no solía aceptar a nadie que no fuese conocido, la curiosidad
le pudo y, casi sin titubear, dio a aceptar. Luego, clicó sobre el nuevo nombre:
Pat dice:
-¿Hola?, ¿Quién eres?
Pasaron unos segundos y nadie contestó. Pat siguió hablando
con sus amigos cuando de pronto la cam se encendió sola y en la
pantalla pudo leer.
Kematian dice:
-Hola Pat. Estás preciosa esta noche.
Pat miró sobresaltada a su cam. Se había encendido sola.
Puso la mano sobre el visor y escribió en la pantalla.
-¿Quién eres?, ¿Te conozco? -Tu y yo vamos a ser muy buenos amigos, seguro. -Pero, ¿Quién eres? -Mi nombre es Kematian. -Extraño nombre. -Es un nombre de origen indonesio -¿Indonesio? -Sí, así es. -Yo me llamo Pat Weals -Lo sé, lo sé. -¿Me conoces? -Algo parecido.
Pat sintió una cierta desconfianza pero siguió hablando.
-¿De qué me conoces? -Te conozco desde que naciste. -Eras amigo de mi familia. -No exactamente. -Bueno, cuéntame cosas de ti. -Pues verás, llevo tanto años en este mundo que casi que
no recuerdo cuando nací. -No será para tanto. Respondió Pat. -Bueno, lo cierto es que a pesar de mi edad aún estoy en plena forma. -¿A qué te dedicas?, ¿O estás jubilado? -¿Jubilado yo? Jajaajjaja. ¡Eso en la vida! -¿Pues a que te dedicas? -Bueno, podríamos decir que al mundo del trasporte. -Interesante. -¿Y tu Pat? Háblame de ti. -Pues yo trabajo en publicidad. Era mi sueño desde niña y
ahora que estoy camino de los cincuenta sigo adorando mi trabajo. -Eso es importante.
Durante todo aquel mes Pat pasó largas horas chateando con Kematian.
Lo cierto era que aquel extraño,
la conocía mejor que muchos de sus mejores amigos.
Cuando hablaba con él, se sentía muy a gusto; era como ir a la consulta de
un psicólogo y vaciarse por completo. Esa fue la razón por la que Pat
empezó a pensar que podría ser interesante conocer a Kematian.
-Sabes, llevo unos días dándole vueltas
y creo que podría estar bien que nos conociésemos. -¿Estás segura de ello? -¿Y porqué no? -Porque pese a nuestras largas conversaciones, soy un completo desconocido -Ya no. Me conoces casi mejor que yo a mi misma.
Y cuando hablo contigo me trasmites tanta paz. -Dime. ¿Te atreverías a hacer un viaje conmigo? -¿Un viaje? -Sí, ¿te atreverías a acompañarme en uno de mis trasportes?
Pat dudo unos instantes pero luego contestó con firmeza.
-¿Y porqué no? Será que de joven no me ido veces de viaje con
amigos que había conocido días antes en una discoteca. -Bien. Veo que realmente ya estás preparada. -¿Preparada? -Sí,...preparada para viajar. -¿Y cuándo nos vamos? -¿Qué te parece mañana cuando salgas de trabajar? -¿Este fin de semana? -Sí. -Pues..en principio bien. -De acuerdo. Te recojo el viernes al salir de la oficina. -Perfecto.
Aquel viernes Pat se llevó una mochila con las cosas indispensables a la oficina.
Estaba nerviosa. Por fin iba a conocer a Kematian. Llevaba tantas noches
hablando con él que la idea de conocerle la emocionaba.
Seguro que iba a pasárselo muy bien. Con Kematian era difícil aburrirse.
Era un hombre tan culto y tan interesante.
Lo raro con sus conocimientos y su cultura era que tan sólo fuera transportista, pensó.
Pat miró el reloj de la ofina; ya eran las seis. Se incorporó, cogió su mochila
y empezó a andar. De pronto, empezó a sentirse mal. Un extraño dolor en
el pecho y en su brazo derecho le hizo temer lo peor. Pat cayó desplomada
al suelo ante el estupor de sus compañeros.
Medio inconsciente y con fuertes dolores Pat miró a su alrededor.
Fue en ese preciso instante en que oyó la voz de un hombre que le decía:
-Hola Pat, soy Kematian. Creo que ya podemos irnos. Ya estás preparada. -¿Irnos? ¡Creo que estoy sufriendo un infarto! -Sí Pat. La hora exacta de la muerte será en cinco minutos. -¿Cómo? -¿Sabes que significa realmente mi nombre? -No. -Kematian significa muerte en indonesio.
Lo siento Pat, pero ya es tu hora y he venido a por tí. -¿Qué? -Traté de hacerlo más fácil. Pensé que si me conocías antes,
este viaje iba a ser más agradable. ¿Confías en mi no?
Pat miró alrededor dándose cuenta que nadie más veía a Kematian.
Todos la miraban pensando que tras el infarto sufría alucinaciones.
-Sí confío en ti Kematian. -Bien, ahora tendremos todo el tiempo del mundo para hablar. Cuando llegó la ambulancia Pat ya había muerto. Sin embargo, hubo
algo que extrañó bastante a todos. Pese a los fuertes dolores que le
había provocado el infarto, en su cara se esbozaba un clara y serena sonrisa.
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