Sin conocerte amor, yo te escribía.
Hoy que eres el dolor, también te escribo.
Antes, quizá, no sé por qué lo hacía,
en cambio hoy, sobrado es el motivo.
Ausente Amor, que el alma presentía,
como un rayo de luz, brillando altivo,
sobre un rayo de luna que traería
desde una nave azul velas de arribo.
Ausente Amor después, cuando volvía,
la nave al puerto donde está el olvido,
arriando velas de nube en agonía.
Ausencia de la ausencia que partía,
fue la ausencia total de lo tenido,
un mascarón de proa que se hundía.