.
Quizás, estando sola, de noche, en tu aposento,
oirás que alguien te llama, sin que tú sepas quien;
y aprenderás entonces que hay cosas, como el viento,
que existen ciertamente, pero que no se ven.
.
.
Y también es posible que una tarde de hastío,
como florece un surco, te renazca un afán;
y aprenderás entonces que hay cosas, como el río,
que se están yendo siempre, pero que no se van.
.
.
O, al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que tuviste ayer;
y aprenderás entonces que hay cosas, como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser.
.
.
Por más que tú prefieras ignorar estas cosas,
sabrás por qué suspiras oyendo una canción;
y aprenderás entonces que hay cosas, como rosas,
cosas que son hermosas sin saber que lo son.
.
.
Y una tarde cualquiera sentirás que te has ido,
y un soplo de ceniza secará tu jardín;
y aprenderás entonces que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.
.
José Angel Buesa.