Sentirse atado,es como el mosto escanciado
en una sombra,
el vaso que se disipa en un brindis sin festejo,
es la cadencia de un paso y su retraso perezoso en otro paso.
Es el andén vacio, el trén sin equipajes,
es una oscura ventana sin claveles,
es una mueca efimera e infame.
Es el viento que se pierde en la montaña,
el cauce del rio con compuertas,
el lago silencioso y oscuro,
una palabra yerta.
Es el vientre incandescente de adolescencias marginadas,
la blanca columna de mis dedos,
la dilatada pupila del poéta,de tanto mirar ,
y no ver nada.
La flor que ruborizada en primavera
ofrece sus carnes al otoño secas.
Al invierno le ofrece al aire su semblante,
para cuando el soplo blanco de la meditación,
la enlaza con la tierra.
Es el càlido perfume de un adiós que se espera,
con el retraso de la ultima mirada a la hueca
esfera de metal, de la muñeca.
Ya son las dos y mi canción no espera.
Parto ràpido, me acomodo en las notas que
se dispersan, y espero,
vacío el andén de la armonía ,
que dé la entrada el director,
de esta pequeña orquesta mutilada.
Chema Martinez
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