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Valió la pena sufrir mucho
y tropezarme tantas y tantas veces
con la desilusión,
porque entre lágrimas y quejas
siempre tuve la esperanza de encontrar el
verdadero amor.
Ahora doy gracias a Dios
por mi desaventuras pasadas
porque quizá si no las hubiera tenido,
no hubiera podido valorarte tanto
como lo hago hoy.
Todas mis tristezas pasadas
tuvieron su recompensa al llegar tú a mi lado,
para enseñarme que tengo derecho
a las delicias de un amor muy dulce
y recíproco.
Gerardo M. García Navarro
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