Mami y Papi… No me he separado de mi núcleo, simplemente he cambiado de dirección… La estructura que tantos años les tomó construir seguirá moldeando mi vida a donde vaya y no importa que tan lejos me lleven mis sueños, sus pasos aun me dirigen.
No vuelo lejos de mi nido en búsqueda de uno mejor, vuelo porque mis alas han crecido, es tiempo de construir un nido propio, un nido tan parecido a aquel que fraguó mi existir, un hogar lleno de ilusiones y de amor. No me voy vacía, llevo un costal lleno de bendiciones, un libro lleno de reglas y consejos, una maleta desbordante de amor, una mente llena de recuerdos y un pedacito de sus corazones. Inicia mi viaje, aquel para el que tanto me han preparado, y mientras una parte de mí se encuentra llena de euforia por partir a la aventura, una gran parte desea quedarse. Duele desprenderme del beso cura, la palabra que enseña, la caricia que templa y el amor que protege… No me resulta fácil crecer.
Mami y Papi, no vean mi ausencia en casa como un vacío, véanlo como un logro, un trofeo de la vida para aquellos que han triunfado en su labor como padres, yo veo mi desprendimiento como mi examen final como hija, esperando el veredicto de mis instructores y con ansia de que sientan orgullo por su aprendiz.
Sus desvelos y preocupaciones me cuidaron, su ejemplo y enseñanzas me forjaron y su amor y rectitud me fortalecieron para la vida. Todas esas lágrimas y sustos, regaños y peleas han valido la pena. Hoy la vida me regala a mí esa oportunidad de encaminar unos pasos, curar un corazón roto y madurar un alma al lado de mi compañero y mi gran amor.
No dejo de ser parte de ustedes, ni de tener un lugar en sus vidas, de la misma manera en que ustedes no dejan de ser parte de mí, ni pierden su espacio en la mía. Ya no tengo corazón de niña, he aprendido a amar como una mujer, en cuyo corazón caben muchos tipos de amor, el amor a mis padres, el amor a mi compañero y pronto será también el amor a mis hijos.
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