No te me acerques tanto. Quiero verte lentamente, en detalle y perspectiva; a medio alcance, donde el tacto aún viva, mas sin que la libido se despierte.
Muy cercano el paisaje se convierte en memoria de datos, narrativa de lo que ayer se contempló, y me priva del gozo del conjunto al ofrecerte.
El beso nos anula el panorama. En desnudez, y junto a mí, en la cama, mi afán es observarte sin deseo,
por tiempo, si no extenso, tembloroso. Más tarde, el reventón voluptuoso alcanzará su auténtico apogeo.