Como la fuerza de gravedad, arrastrados por el peso incierto del destino, así se alejaron nuestras vidas, al bifurcarse abruptamente los caminos. Se abrió tu mano, soltando nuestras almas, a Newton desafiando en sus conceptos, pues lejos de caer, se suspendieron, en el callado grito de un silencio... Tras un mutismo de muerte se perdieron los pájaros azules de los sueños. Tu sonrisa de luz y tu frescura, se grabó en la cascada de la idea, en tanto una caricia de ternura se congeló en el frío de una espera...
Un: ¿por qué? sin respuestas siembra angustias. Y un: ¿tal vez? en distancias se consuela...
De tu cuerpo y tu piel de luna y fuego, el aroma a jazmín todo lo impregna, y se extienden mis manos en la ausencia, acariciando la imagen que no encuentra.
¿Qué...? ¡De la magia que un día compartimos...! ¿Qué...? ¡De los sueños tejidos en quimeras...! ¿Qué...? ¡De tus manos atadas a las mías...! ¿Qué...? ¡De poemas, sin nadie que los lea...!
Descansará tu cuerpo sobre rosas, en la muerte sin muerte que te he dado, y estarás sin estar en todos lados, abrazada a mis brazos y en mis prosas. En un rayo lunar veré tus ojos, y en cada estrella tu reír festivo; se anudarán al viento tus manos con mis manos; ¡ palpitará, mi corazón, sin sus latidos...!
¡Distancia...! ¡Ay...! ¡Distancia... Sin olvido...!