Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Casita de Amor
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
  
 ✿SUGERENCIAS QUEJAS Y COMENTARIOS 
 ✿TODOS LOS PANELES 
 ✿Normas del Grupo 
 ✿General 
 ✿Presente Aqui 
 Serie Los wolfe (Lobos) 
 Serie Principe del Desierto 
 Serie Chantaje 
 Serie Baron 
 1º Serie Dulce Venganza 
 2º Serie Dulce Venganza 
 Serie Escandalo de Sociedad 
 Serie Secretos de Almohada 
 ✿ PELICULAS COMPLETAS (Español) 
 ✿ MUSICA Y VIDEOS 
 ✿DEJA TU GIFS AQUI 
 ✿PASARELAS DE IMAGENES 
 ✿ POEMAS 
 ✿ CHISTES 
 ✿ FRASES Y PENSAMIENTOS 
 ✿ CUENTOS Y LEYENDAS 
 ✿ RECETAS DE COCINA 
 ✿Juegos 
 ✿De Todo Aqui 
 ✿Imagenes para Responder Mensajes 
 ✿Cartelitos 
 ✿ Sabias que... 
  
 ✿ADMINISTRACION 
 
 
  Herramientas
 
General: LAGRIMAS DE LOBO ( Novela en Capitulos )
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: NeΪida  (Mensaje original) Enviado: 07/05/2015 02:27
ARGUMENTO
.
 
Nunca tuve miedo de los monstruos, hasta que me
convertí en uno. Ahora tengo miedo hasta de mi
sombra.
Anna desconocía la existencia de licántropos,
vampiros u otras criaturas hasta que ella misma se
convirtió en una. Tras sobrevivir a un brutal ataque,
Anna descubre que se ha transformado en una mujer
lobo. Durante tres años se ve obligada a soportar los
continuos abusos a que es sometida por los
miembros de su manada y a subsistir como una loba
sumisa, el último escalafón de la jerarquía de los
licántropos. Sin embargo, gracias a la intervención de
uno de los Alfa más poderosos del país, Anna
descubrirá que en realidad es una Omega, lo que la
convierte en uno de los seres más extraños del grupo.
El Alfa no tardará en reclamarla como suya... en
todos los sentidos.


Primer  Anterior  2 a 7 de 7  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:31
Prologo
.
Noroeste de Montana,
Parque Nacional Cabinet: Octubre
Nadie sabía mejor que Walter Rice que el único lugar seguro era el más alejado de
todo el mundo. Seguro para ellos, claro está. El único problema es que seguía
necesitándolos; anhelaba el sonido de las voces humanas, sus risas. Para su vergüenza,
en ocasiones merodeaba por las proximidades de un campamento solo para oír las
voces e imaginar que iban dirigidas a él.
Aquella era una de las razones por las que estaba tendido boca abajo sobre las
agujas de kinnickinnic y viejos tamarack, a la sombra de un grupo de árboles,
observando al joven que escribía con un lápiz en una libreta de espiral tras haber
recogido una muestra de excremento de oso y guardar la consiguiente bolsa de
plástico medio llena en su mochila.
Walter sabía que el chico no le descubriría: el Tío Sam se había asegurado de que
Walter supiera ocultarse y seguir una pista, y décadas de soledad en uno de los
parques naturales más hostiles de los Estados Unidos le habían convertido en una
buena imitación de uno de aquellos indios milagrosamente invisibles que poblaban
los libros y películas favoritas de su infancia. Si no quería que le viesen, no le veían;
y, además, aquel chico tenía todos los modos de un ama de casa de ciudad. No
deberían haberle permitido que se internara solo en aquella región infestada de osos
pardos; alimentarlos con universitarios no era muy buena idea, ya que podrían
ocurrírseles cosas peores.
No es que aquel día los osos estuvieran cerca. Como Walter, sabían leer las
señales: en las próximas cuatro o cinco horas se produciría una gran tormenta. Podía
sentirla en sus huesos, y aquel extraño no llevaba una mochila lo suficientemente
grande para hacerle frente. Era aún pronto para una tormenta invernal, pero aquella
región era así. Walter había visto nevar en agosto.
Aquella tormenta era la otra razón por la que seguía los pasos del chico. La
tormenta y qué hacer ante ella; hacía mucho tiempo que no se sentía tan agitado por
la indecisión.

Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:33
Podía dejar que el chico se marchara. La tormenta llegaría y le arrancaría la vida;
aquella era la ley de la montaña, de la naturaleza salvaje. Una muerte limpia. Sin
embargo, aquel chico era demasiado joven. Tiempo atrás había visto morir a tantos
chicos que podría pensarse que estaba habituado a ello. Por el contrario, la idea de
uno más era inconcebible.
Podía alertarlo. Pero todo en su interior se rebelaba ante aquella idea. Hacía
demasiado tiempo que no hablaba con alguien cara a cara... la mera idea le cortó la
respiración.
Demasiado peligroso. Podía provocar otro recuerdo. Hacía mucho que no tenía
uno, pero aparecían inesperadamente. Sería mucho peor si intentaba alertar al chico
y acababa matándolo.
No. No podía arriesgarse a perder la pequeña paz que había logrado alertando a
aquel extraño; aunque tampoco podía dejar que muriera así como así.
Frustrado, le había estado siguiendo durante varias horas mientras el chico se
internaba en el bosque ignorando el peligro que le acechaba, alejándose de la
carretera más cercana y de la seguridad. El saco de dormir indicaba que planeaba
pasar la noche a la intemperie, lo que tenía que significar que creía saber lo que
estaba haciendo al internarse en los bosques. Por desgracia, cada vez era más
evidente que se trataba de una falsa confianza. Era como ver a June Cleaver
pasándolo mal. Triste, muy triste.
Como ver llegar a los reclutas a Vietnam dispuestos a convertirse en hombres
cuando todo el mundo sabía que no eran más que carne de cañón.
Aquel maldito chico estaba despertando todo tipo de sentimientos que Walter
prefería mantener ocultos. Pero la irritación no era lo suficientemente intensa como
para afectar su conciencia. Había seguido al chico durante diez kilómetros, incapaz
de tomar una decisión. La inquietud que sentía le impidió percibir el peligro hasta
que el joven estudiante se detuvo en seco en mitad del sendero.
El espeso arbusto que los separaba solo le permitía ver la parte superior de su
mochila. Por tanto, fuera lo que fuese lo que le había hecho detenerse, era más bajo
que él. Las buenas noticias eran que no se trataba de un alce. Se puede razonar con
un oso negro, incluso con uno pardo, si no está demasiado hambriento (lo que, según
su experiencia, no era muy habitual), pero los alces...
Walter desenvainó su gran cuchillo pese a no saber aún si pretendía ayudar al
chico o no. Incluso un oso negro sería una muerte más rápida que la tormenta que se
avecinaba, aunque algo más sangrienta. Y Walter conocía al oso que solía deambular
por aquella zona, lo que ya era más de lo que podía decir del chico. Se movió
lentamente a través del arbusto, sin hacer ningún ruido pese a que el suelo estaba
cubierto de agujas de álamo. Cuando no quería hacer ningún ruido, no lo hacía.

Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:34
Un débil rugido hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, soltando suficiente
adrenalina para perforar la capa de ozono. No era un sonido habitual por aquellos
parajes, y él conocía a todos los depredadores que vivían en el territorio.
Un metro más y nada se interpondría en su línea de visión.
Vio un perro en mitad del sendero; o, al menos, algo perruno. Al principio, Walter
pensó que se trataba de un pastor alemán por el color de su pelaje, pero había algo
extraño en las articulaciones de sus patas delanteras que lo asemejaban más a un oso
que a un perro. Y era mucho más grande que cualquier perro o lobo que hubiera
visto nunca. Tenía unos ojos de hielo, de asesino, y unos colmillos imposibles.
Puede que Waltei no supiera cómo llamarlo, pero sabía lo que era. En el rostro de
aquella bestia acechaban todas las pesadillas que atormentaban su vida. Era la cosa a
la que se había enfrentado en tres ocasiones en Vietnam y todas las noches desde
entonces: la muerte. Aquella era una batalla para un guerrero sangriento, maltrecho
y corrompido como él, no para un inocente.
Salió de su escondrijo con un bramido salvaje diseñado para atraer la atención y
echó a correr a toda velocidad, ignorando la protesta de unas rodillas demasiado
viejas para la batalla. Aunque había pasado mucho tiempo desde la última pelea, no
había olvidado la sensación de la sangre circulando por sus venas.
—Corre, chaval —dijo al pasar como una exhalación junto al muchacho con una
fiera sonrisa pintada en el rostro, preparado para entablar combate con el enemigo.
Era posible que el animal huyera. Se había tomado su tiempo estudiando al chico,
y, en ocasiones, cuando la comida de un depredador arremete contra él, el
depredador suele dar media vuelta. Pero, de algún modo, Walter sabía que aquella
bestia no era aquel tipo de animal; sus cegadores ojos dorados desprendían una
inteligencia perturbadora.
Puede que algo le impidiera atacar al joven, pero con Walter no tuvo reparos. Se
lanzó sobre él como si no fuera armado. Tal vez no era tan listo como creía, o se había
dejado engañar por su apariencia inofensiva sin comprender de lo que era capaz un
viejo veterano armado con un cuchillo y su propio brazo. Tal vez se dejó llevar por la
huida del chico, ya que este había seguido el consejo de Walter a las primeras de
cambio y corría como una bala perdida, y solo veía a Walter como un obstáculo que
se interponía a su deseo de carne fresca y jugosa.
Pero Walter no era un chico indefenso. Había conseguido su cuchillo de un
general enemigo al que había asesinado en la oscuridad, como le habían enseñado. El
cuchillo estaba cubierto de amuletos mágicos grabados en la hoja, símbolos extraños
que ya estaban ennegrecidos, ocultando lo que tiempo atrás fue una superficie
plateada. Pese a toda la parafernalia exótica, era un buen cuchillo y se clavó
profundamente en el lomo del animal.

Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:35
La bestia era más rápida que él; más rápida y más fuerte. Pero al llevarse el primer
tajo, la dejó lisiada y aquello decidió el combate.
Walter no ganó, pero se salió con la suya. Mantuvo ocupaba a la bestia y la dejó
muy mal herida. Aquella noche no podría ir tras el chico; y si este era listo, por
entonces ya tendría que estar a medio camino de su coche.
Finalmente el monstruo se marchó, arrastrando una pata delantera y sangrando
por una docena de heridas; aunque no había ninguna duda de quién se había llevado
la peor parte. Walter había visto morir a muchos hombres, y supo por el olor a
intestino perforado que había llegado su hora.
Sin embargo, el joven estaba a salvo. Tal vez aquello compensaría, de algún modo,
todos los jóvenes que no habían logrado sobrevivir.
Relajó los músculos de la espalda y sintió la hierba seca y la tierra abrirse paso
bajo su peso. El suelo estaba frío bajo su cuerpo caliente y sudoroso, y se sintió
aliviado. Le parecía adecuado terminar su vida allí, tras salvar a un extraño, porque
la muerte de otro extraño había sido la causa que le trajera por primera vez a aquel
lugar.
Se levantó viento y tuvo la sensación de que la temperatura descendía unos
cuantos grados, aunque también podía deberse a la pérdida de sangre y a la
conmoción. Cerró los ojos y esperó pacientemente a que la muerte, su vieja enemiga,
le reclamara finalmente. El cuchillo seguía en su mano, por si el dolor era
insoportable. Las heridas en el estómago no son precisamente la forma más rápida de
morir.
Sin embargo, no fue la muerte lo que llegó con la primera ventisca de la
temporada.

Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:38
Capítulo 1
.
Chicago: Noviembre
.
 
Anna Latham intentó desaparecer en el asiento del pasajero.
Hasta aquel momento no comprendió hasta qué punto su confianza había estado
ligada al hecho de tener a su lado a Charles. Solo había estado con él un día y medio,
pero en aquel tiempo había cambiado todo su mundo... al menos mientras
permaneció a su lado.
Sin él, su recién recuperada confianza había desaparecido. La simulada ausencia
solo había servido para poner de relieve toda su cobardía. Como si fuera necesario
recordárselo.
Observó al hombre que conducía con aire relajado el todoterreno alquilado de
Charles a través del escaso tráfico posterior a la hora punta por la autopista cubierta
de nieve derretida como si fuera un habitante más de Chicago en lugar de un
visitante llegado de los bosques de Montana.
El padre de Charles, Bran Cornick, tenía el aspecto de un estudiante universitario,
un genio de la informática o, tal vez, un especialista en arte. Alguien sensible, dulce y
joven; pero ella sabía que no era ninguna de aquellas tres cosas. Era el Marrok, ante
quien respondían todos los Alfas, y nadie dominaba a un hombre lobo Alfa con
dulzura y sensibilidad.
Tampoco era joven. Sabía que Charles tenía casi doscientos años, y eso significaba
que su padre era aún mayor.
Lo miró detenidamente por el rabillo del ojo, pero aparte de algo en la forma de
las manos y los ojos, no reconoció en él a Charles. Este tenía un aspecto de nativo
americano puro, como lo había tenido su madre, pero, aun así, Anna creía que
debería encontrar alguna semejanza entre ambos, algo que le indicara que el Marrok
era el mismo tipo de hombre que su hijo.
Su mente deseaba creer que Bran Cornick no le haría ningún daño, que era
distinto al resto de los lobos que conocía. Pero su cuerpo estaba adiestrado para
temer a los machos de su especie. Cuanto más dominante era un hombre lobo, más

Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: NeΪida Enviado: 07/05/2015 02:40
CONTINUA LEYENDO LA NOVELA SI TE GUSTA
DANDO UN CLICK EN ESTE LIND
.


Primer  Anterior  2 a 7 de 7  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados