Plan-Protocolo: un mal tándem para el Júcar, L’Albufera y La Ribera
La Generalitat y el Gobierno apuestan por contentar al lobby del
agua alicantino frente la necesidad de garantizar la recuperación del
río
Graciela Ferrer
28 MAR 2014 - 16:59 CET
Tal como alertamos desde Xúquer Viu durante los últimos meses, la
redacción definitiva del Plan Hidrológico de Cuenca de la Demarcación
Hidrográfica del Júcar, conocida a mediados de marzo, deja la puerta
abierta de par en par a una segunda toma de aguas por trasvase
Júcar-Vinalopó, aguas arriba del Azud de la Marquesa, para facilitar a
la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, Alacantí y el Consorcio de la
Marina Baja la especulación con el agua del Júcar. El protocolo de
colaboración firmado recientemente por la Generalitat y el ministerio
muestra que apuestan por contentar al lobby del agua alicantino frente
la necesidad de garantizar la recuperación del Júcar y el desarrollo de
La Ribera.
En primer lugar, el plan de cuenca, aprobado por el Consejo Nacional
del Agua el 26 de marzo, habla de "recursos excedentes" que se
determinarán con posterioridad a la aprobación del plan, pero incluye
como tales todos los ahorros de agua generados por la modernización de
los regadíos de La Ribera. En segundo lugar, establece que se destinarán
como mínimo 12 hm3/año de recursos hídricos no regulados de los
afluentes del Júcar aguas abajo de Tous al trasvase. En tercer lugar, el
destino de las aguas trasvasadas es paliar la sobreexplotación de los
acuíferos y el déficit de abastecimiento del Vinalopó, Alacantí y Marina
Baja. Con estos antecedentes resulta evidente que se deja el terreno
preparado para el planteamiento de una segunda toma de aguas del
trasvase en Antella o en Cortes de Pallás, ya que el principal interés
de la Junta Central del Vinalopó siempre ha estado en que se trasvasara
agua para el abastecimiento de población, de modo que los usuarios
domésticos subvencionan el coste del agua a los regantes y se facilite,
de paso, la recalificación de terrenos de cara a un nuevo ciclo de
especulación urbanística en los próximos años.
La indefinición en el plan de lo que se entiende por "recursos excedentes" les permite negociar de tapadillo
con la Generalitat y la Confederación máximas garantías de
disponibilidad de agua, y no necesariamente al final del río, en el Azud
de la Marquesa. Esos excedentes se pueden definir en cualquier punto
del sistema de regulación del río Júcar y compensarlos aguas abajo por
recursos no regulados que utilizarían los regantes de La Ribera, que
tienen sus tomas de agua en la cuenca baja del río. Los grandes
perdedores -como siempre- serán el río y los ciudadanos ribereños que
continuaremos asumiendo mayor deterioro ambiental y vulnerabilidad ante
las sequías.
El hecho de destinar "los ahorros generados por la modernización de
los regadíos tradicionales de la Ribera" directamente a garantizar agua
para el trasvase implica que se reducirán aún más las aportaciones de
agua del Júcar que todavía recibe L'Albufera de Valencia. Como es
sabido, este lago se ha alimentado históricamente de agua dulce
proveniente de los retornos de riego de los regadíos tradicionales de La
Ribera, principalmente, de los de la Acequia Real, principal área de
implantación de la modernización del regadío. Una parte sustancial del
incremento de eficiencia en el riego proviene de reducir
significativamente los retornos de riego, lo que ha dado lugar a mermas
acusadas de entradas de agua lago de L'Albufera que se agudizarán en el
futuro. Por tanto, una parte de esos ahorros, tan cacareados por las
Administraciones para justificar las inversiones públicas en dichos
proyectos, en realidad son caudales con funciones ambientales, que se
deberían continuar aportando en cualquier caso si se quiere cumplir con
la legislación vigente (europea y estatal) para evitar el deterioro
adicional de este ecosistema protegido. Pero la redacción aprobada de la
normativa del plan de vuenca que entrará en vigor de forma inminente no
garantiza dichas aportaciones, pues no define ni el origen ni la
calidad del caudal ecológico establecido por el lago, sino que reserva
íntegramente los volúmenes de agua liberados por la modernización de los
regadíos de La Ribera para enviarlos al Vinalopó.
Además, recuperar la redacción hecha por el plan de cuenca de 1998
respecto del destino de las aguas trasvasadas a través de la conducción
Júcar-Vinalopó implica que se quieren colgar del Júcar nuevas
demandas de abastecimiento a población que, como es sabido, tienen
prioridad máxima y, por lo tanto, requieren la máxima garantía de
suministro. Ello implica que, en la práctica, la gestión de la cuenca
cedente deberá garantizar la satisfacción de esas demandas por delante
de los regadíos tradicionales del Júcar, e incluso, por delante de los
caudales ecológicos del río en situaciones de sequía. Al mismo tiempo,
se niega una concesión directa de agua del río a los ayuntamientos de la
Ribera del Júcar afectados por la contaminación de las aguas
subterráneas con nitratos y pesticidas, y se les obliga a comprar el
agua del Júcar a los regantes.
Conviene recordar también que la sentencia firme del Tribunal Supremo
de 20 de octubre de 2004 ya anuló los artículos del plan de cuenca de
1998 referidos al trasvase, pues al incluir como destinos del mismo al
Vinalopó -cuenca intercomunitaria- junto con L’Alacantí y la Marina Baja
-cuencas internas valencianas- esta infraestructura debería haberse
planteado en el marco del Plan Hidrológico Nacional. La razón para ello
es que la Generalitat ostenta competencias exclusivas sobre las cuencas
internas valencianas -aunque se resiste a practicarlas- , y el Estado no
tiene competencias para planificar los usos del agua o las
infraestructuras hidráulicas en ellas, pues ya son competencia de otra
Administración. Así, el planteamiento del trasvase en el nuevo plan
vuelve a incumplir esa sentencia.
A pesar de estos hechos plasmados en la normativa del plan, la
presidenta Confederación Hidrográfica del Júcar, durante el último
Consejo de Agua de la Demarcación que dio el visto bueno al plan -con la
oposición de las organizaciones ecologistas, entre otros-, se afanaba
en decir que no hay ningún tipo de segunda toma de aguas prevista en el
plan y que la construcción de esa infraestructura no se contemplaba en
su programa de medidas. Ni falta que hacía. Basta dejar la puerta
abierta para concretarlo en el próximo ciclo de planificación para el
período 2015 hasta 2021, cuya elaboración ya está en marcha.
Con total opacidad y haciendo un claro menosprecio de los mecanismos
de participación pública y transparencia y del mínimo respeto exigible,
el ministro Arias Cañete y el consejero Ciscar firmaron días después un
protocolo que pone negro sobre blanco las intenciones de las dos
Administraciones en relación con el trasvase Júcar-Vinalopó, de espaldas
a la participación pública que exige la Directiva Marco del Agua en
relación con la elaboración de la política del agua.
Así, ambas Administraciones consideran que la toma del Azud de la
Marquesa no es más que una "solución provisional" y proponen estudiar
esta interconexión "considerando las infraestructuras existentes,
planteadas o que pudieran plantearse". Es decir, se está abriendo la
puerta clarísimamente a una segunda toma de aguas que pudiera incluirse
en la revisión de este plan de cuenca, que ya está iniciada y que
culminará –previsiblemente- en 2015.
Por otra parte, en el protocolo se hace referencia a la posibilidad
de reactivar las actuaciones contempladas en el convenio entre los
usuarios de la conducción Júcar-Vinalopó y Aguas del Júcar, SA, de fecha
13 de julio de 2001, es decir, el trasvase desde Cortes de Pallás. Y,
además, este protocolo plantea darle a la Junta Central del Vinalopó la
capacidad de proponer el régimen de trasvases y la gestión técnica y
económica de la distribución de caudales que llegan a la balsa de San
Diego, de manera que tendrían las manos libres para especular con el
agua del Júcar.
Cabe recordar que el citado convenio -que fundamenta estatutariamente
la constitución de esa Junta Central- fue anulado por acuerdo de 29 de
julio de 2005 del consejo de administración de Aguas del Júcar, SA ante
su incumplimiento por parte de los futuros usuarios del trasvase al no
pagar la parte correspondiente de las inversiones (75 millones de euros)
por la construcción de la conducción desde Cortes, desde el inicio de
las obras en 2003. Resulta dudoso, al menos, que jurídicamente esta
organización pueda ostentar las atribuciones legales y desarrollar
funciones de gestión en calidad de usuarios de esta infraestructura,
cuando el convenio que les daba ese carácter hace casi 10 años que se
anuló y, por tanto, ha desaparecido el hecho que fundamenta su
constitución tal como se recogía en sus estatutos.
Conforme se ha planteado el trasvase Júcar-Vinalopó en el nuevo plan
de cuenca y en combinación con el citado protocolo, tanto el ministerio
como la Generalitat han reabierto el conflicto en torno a dicho trasvase
y hacen evidente la amenaza sobre el río de una segunda toma de aguas,
frente a la que ya nos hemos expresado reiteradamente contrarios desde
Xúquer Viu, multitud de Ayuntamientos, los regantes de La Ribera y el
conjunto de la sociedad ribereña.
Este tándem plan-protocolo pone de manifiesto el desprecio de las
autoridades competentes por la recuperación de nuestro río y por los
intereses legítimos de los ribereños, al tiempo que abunda en la
dinámica perversa de intentar comprar votos con promesas de “traída de
aguas” que luego se demuestra que solo se sostienen en el papel.
Graciela Ferrer es secretaria de Xúquer Viu