En Colombia el tema de la paz sirve para todo. Dicen algunos periodistas, que los guerrilleros no quieren la paz, que no quieren pagar por sus crímenes, que si no son 60 años al menos que paguen 2 o 3, no importa cuántos, lo importante es que paguen… Hablan los políticos, que es mucho el daño que le han hecho al país, que no se puede hacer un acuerdo de paz con impunidad, que esos asesinos… Piensa una, ¿de qué país estarán hablando, sí es de Colombia?, ¿de esta, en la que matan a diestra y siniestra?
Ese tono en tercera persona indica que ellos creen no tener nada que ver con la historia ni con los hechos del país. No se acuerdan de la violencia liberal – conservadora, cuando aun no existían los comunistas en este pedazo de tierra, por allá a mediados y finales del siglo XIX. No se acuerdan del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán: todavía no estaban las FARC. No se acuerdan de los 300.000 muertos que dejó esa violencia bipartidista, con la complicidad de parte de la iglesia católica y de algunos medios de comunicación.
Presidentes, militares, ministros, funcionarios del estado en todas sus ramas están untados de sangre de colombianos y colombianas para mantener un poder y unas ganancias a costa de las mayorías. Y hablan ante los medios de comunicación como si no tuvieran ninguna responsabilidad. ¿Quién empezó? ¿Quién le robaba la tierra a los campesinos que tuvieron que armarse en defensa de esa agresión latifundista? ¿O esa historia no es de Colombia? De dónde salió Pedro Antonio Marín.
Mucho menos recordarán al conservador Álvaro Gómez Hurtado, quien instigó la violencia, hasta más no poder, con el cuento de las Repúblicas Independientes. Tampoco a quienes atacaron a los campesinos de Marquetalia. Y a la vuelta de 50 años, ¿qué? ¿Los malos son los de las FARC-EP?, pretenden que una mentira repetida muchas veces se vuelva verdad; pero una se pregunta, ¿y eso realmente le sirve al país, a las víctimas, al pueblo? ¿Reconstruiremos la patria con mentiras vueltas verdades amañadas?
Y los muertos de la Unión Patriótica, ¿qué? Quién mandó a matar a: Pardo Leal, a Jaramillo, a miles de personas que creyeron que al fin en Colombia se podía hacer política sin que los mataran. ¿Y a Pizarro del M-19, al liberal Luis Carlos Galán? Ahora van a decir que todos eran guerrilleros. ¿Y es que la vida de los guerrilleros no cuenta; no somos colombianos?
Con esas declaraciones guerreristas de los enconados enemigos de la paz – Procurador actual, como ejemplo…- con ecos derrotistas a través de los medios de comunicación que se creen la opinión pública y hablan como desde otro mundo, ¿se puede hacer un proceso de diálogo que culmine en la paz con justicia social para los colombianos? Y a esos que hablan en tercera persona, ¿les interesa la paz? No parece.
Da la impresión que viven en otro país y hablan de este, sobre lo que otros dicen, y no sintieran el hambre, la miseria, la guerra de verdad, solo conocieran el conflicto a través de lo que ellos mismos se inventan. Si salieran de las oficinas y al menos conocieran como viven la mayoría de los colombianos, de pronto no hablarían desde tan lejos. Parece que los reporteros que sí van a la calle y conocen la realidad del país no la cuentan porque los dueños y los jefes, que no salen de sus oficinas, los echan.
Si de verdad hay voluntad de paz y reconciliación tenemos y debemos responder los dos bandos. Practicar una cultura de paz. Ante todo, atacar las causas que generaron esta guerra. Mientras se mantengan las costumbres políticas de la clase dirigente de Colombia, de mandar a matar al oponente político; mientras se mantenga el gran latifundio, ahora reforzado con la minería, mientras no exista una política económica y social para todos y todas, y la vida de los más humildes no valga nada, no vamos a alcanzar ninguna paz.
Los dueños y directores de los grandes medios de comunicación deberían dejar la práctica de la “Chiva” y la desinformación e interesarse en informar, de una manera responsable, sin inventar ni destilar palabras cargadas de odio ciego que no ayudan en nada al gran debate político que necesitamos para entendernos.
Qué bueno sería si los comunicadores al llegar a sus casas se escucharan, realizaran un balance de su labor a ver que les queda. ¿Han aportado a la paz? O más bien atizaron la guerra. Que piensen en primera persona y definan cuál es su cuota de responsabilidad.
Si lo que se está haciendo en la Habana no sirve para estos comunicadores y políticos que hablan en tercera persona, entonces, en concreto, qué le proponen al país, ¿cuál es la propuesta? Pero propuestas concretas, serias, con bases reales, no con palabras llenas de mentiras y retórica barata. Hasta el momento, la guerra, el sonido de las bombas, los fusiles y los titulares de prensa mentirosos no han dado resultado.
¿Por qué no le apostamos entre todos y todas a la paz? Sería más rentable, menos muertos, más posibilidades de trabajo y desarrollo, más tranquilidad; pero eso sí, una paz con justicia social para todos y todas, no para un puñado, esa es la cuestión. Los guerreristas, los explotadores, los que tienen el poder real en las manos, ¿quieren la paz, esa paz justa? O están detrás de otra cosa…