El 26 de julio de 1952 un grupo de jóvenes deciden asaltar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba, asestando así un golpe mortal a la dictadura de Batista, títere de los monopolios americanos.
La utilidad de este asalto solo se puede entender si observamos la acumulación de fuerzas que el Pueblo había llevado a cabo anteriormente en luchas de carácter obrero y popular, organizándose en estructuras como la Confederación de Trabajadores de Cuba u organizaciones de mujeres. Así es posible que no solo este asalto supere las consecuencias de la grave represión que llevó a cabo el Estado, sino que sirvió para unificar a las masas populares en torno a un único objetivo: la Revolución.
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El 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos asaltan el cuartel Moncada en Santiago de Cuba en un intento de dar un primer golpe al gobierno títere de Estados Unidos. La tiranía de Batista, consciente de la importancia histórica de la acción y del peligro revolucionario que había tras aquella organización de jóvenes, volcó el aparato del Estado en una represión ejemplar. En lo inmediato, el 26 de julio culminó con la tortura hasta la muerte de muchos de estos héroes del pueblo y con el encarcelamiento de los restantes. Sin embargo, esta derrota momentánea fue determinante para la conquista del socialismo cubano.
Desde luego el 26 de julio y la capacidad unificadora en torno al asalto al Moncada no se dan en una buena hora de una noche como una casualidad histórica. El 26 de julio no puede entenderse sin la juventud cubana organizada, sin quienes se curtieron en las luchas estudiantiles y obreras previas. Y esta juventud tampoco puede entenderse alejada de las condiciones materiales en que se desarrolló. En una Cuba que se desarrollaba entre batallas consecutivas por liberarla de la dominación extranjera y la reacción de los distintos gobiernos títeres que se sucedían en subyugar al pueblo a los intereses del imperialismo.
La United Fruit Company y la West Indian eran propietarias de tierras agrícolas cubanas desde el norte al sur de la isla; mientras imponían a los trabajadores del campo unas condiciones miserables de existencia. Del mismo modo el proletariado, aún incipiente, era totalmente subsidiario de los monopolios norteamericanos, pero también europeos, y la propia dependencia de la producción agrícola limitaba el desarrollo industrial de la isla.
En estas condiciones se funda en 1925 el primer Partido Comunista. Julio A. Mella un joven que viene de la Liga Antiimperialista, de la Universidad Popular "Jose Martí", es uno de los fundadores del Partido y protagonista de innumerables manifestaciones a favor de la clase obrera y en contra de la dominación extranjera. Murió asesinado, pero es un referente en el que se mira la generación del 26.
Son muchos los luchadores que como Mella son eliminados en esos años en Cuba. Pero el ejemplo de la Unión Soviética sigue estando ahí y las luchas del movimiento obrero en Cuba no se detienen, y es muy reseñable las batallas del campesinado y la incorporación militante a todas estas luchas de la mujer cubana.
Se funda la Confederación de Trabajadores de Cuba y las condiciones de fortaleza con las que se siente el imperialismo son mayores tras los cambios de careta que protagoniza con distintos títeres. A la par que las condiciones de miseria de los campesinos, de opresión de los trabajadores, de condena y explotación sin límites de miles y miles de cubanos obligados a emigrar a Estados Unidos; forjaban la identidad de revolucionaria de un pueblo.
Era el momento del títere de Batista, pero también era el momento en que en Cuba tomaría un protagonismo sin precedentes un movimiento que ya no hablaba de cambios insignificantes, que no colocaba posibilidades de conciliación alguna con los enemigos de clase y que únicamente contemplaba la victoria de la clase obrera y el pueblo como meta definitiva.
Y con el movimiento del 26 de julio se alinearon inmediatamente jóvenes de extracción obrera y popular que comprendían que la lucha contra la dictadura y el imperialismo no suponía cambiar un grupo de personas en el poder en Cuba, sino que eran necesarios cambios profundos en las condiciones que definen la vida del pueblo cubano.
Así el 26 de julio es una vanguardia, cuyos nombres quedarán en la historia: Fidel, Raúl, Abel Santamaría.... Pero es el ejemplo claro de que en las condiciones más adversas: geográficas y políticas, si la clase obrera y el pueblo toman conciencia de la necesidad de la organización, la victoria es posible.
Y es que el 26 fue un ataque frontal por la vía armada a la dictadura batistiana; pero lo fundamental fue la capacidad organizadora y unificadora que las claves políticas de estos revolucionarios tuvieron en el pueblo de Cuba.
Sin ese pequeño grupo de jóvenes de ideas más avanzadas y claras, que lograron situar al pueblo trabajador cubano ante la contradicción principal de su momento histórico, no podemos explicar el desarrollo posterior de la Revolución cubana y la determinación revolucionaria de sus revolucionarios:
El comandante Camilo decía 6 años después de ese 26: "Hacia dónde vamos se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos. La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada".
Y es que antes del 26 de julio las condiciones objetivas que hacían necesaria la revolución existían sin lugar a dudas. Pero después del 26 de julio comenzó a surgir además un pueblo con una orientación concreta, que comenzó a entender la necesidad de unirse en torno a sus intereses objetivos comunes. El pueblo comenzó a tener confianza en sí mismo porque se empezó a saber fuerza revolucionaria.
Y hoy podemos echar la vista atrás y pensar que allí estaba Fidel, Raúl o Abel; que en el desarrollo de la revolución estaban Camilo, el Che, Almeida... Pero hoy aquí nuestras condiciones objetivas también están dadas. Y es necesario únicamente que comencemos a sabernos fuerza revolucionaria y que comencemos a asumir también que la contradicción de nuestro tiempo no es más que la contradicción de nuestra clase y que la Revolución Socialista es, hoy más que ayer, nuestro único camino.
Vanessa Rodríguez es miembro del Secretariado de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC).
Otros artículos de esta autora:
- Cuál es la lucha de la mujer joven trabajadora, 09-06-2014.
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