LA HABANA.— Cerca del 5 % de la superficie total cubana está ocupada por manglares, equivalente a 5 321 kilómetros cuadrados de bosques pantanosos, que viven donde se mezcla el agua dulce del río con la salada del mar.
También ocupan el 26 % del área boscosa nacional a lo largo de un perímetro costero de 5 476 kilómetros y pueden apreciarse en casi el 70 % de las costas cubanas, por lo que se consideran su primera formación forestal natural.
Los manglares desempeñan un rol fundamental en la protección y estabilización de las áreas costeras, así como también en el funcionamiento general de sus ecosistemas, y constituyen zonas de reproducción y cría de especies marinas, según especialistas de la Agencia de Medio Ambiente en su página web.
Se localizan en las costas de origen biológico, acumulativas, cenagosas y con esteros con escurrimientos de agua dulce, aunque también en ambientes salinos como los cayos e islas de las plataformas.
Sugirieron los expertos que en este complejo ecosistema debe considerarse el hábitat aéreo o terrestre y el sumergido que, a pesar de ser diferentes, están estrechamente relacionados.
En zonas con aportes de agua dulce y nutrientes, los bosques de mangle alcanzan de 20 a 25 metros de altura y una elevada densidad, mientras que en las muy saladas y pobres en nutrientes, pueden ser de pequeña talla, achaparrados o enanos, pero en todos habita una rica fauna.
Las raíces sumergidas de los mangles sirven de sustrato a numerosos invertebrados y peces.
Incluso, aportan energía al ecosistema acuático, mediante sus hojas, ramas y raíces, las cuales pasan a formar parte del detrito acumulado en los sedimentos.
Sirven de refugio a las etapas juveniles de langostas y peces, protegen las costas de la erosión provocada por el oleaje, el viento y las corrientes costeras, y filtran los contaminantes para evitar que lleguen a los arrecifes coralinos y a otro hábitat.