La dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo puede definirse como insomnio. Muchos de quienes lo sufren no consiguen quedarse dormidos o en otros casos se despiertan frecuentemente y sin razón durante varias veces en la noche o se quedan sin sueño muy temprano en la mañana, antes de lo previsto.
Las consecuencias más frecuentes durante el día, relacionadas con el insomnio, son la somnolencia y la falta de actividad o una disminución en la posibilidad de concentrarse.
El divorcio y la salud
El insomnio puede deberse a variadas causas, una de ellas puede ser el divorcio. Y esas múltiples noches vinculadas con conflictos para mantener un sueño saludable después de la separación de una pareja pudieran relacionarse con un aumento de la presión arterial.
Ya se conocía por estudios anteriores cómo un divorcio puede propiciar en algunas personas serios problemas de salud, incluso con precoces desenlaces fatales; pero aun no habían sido suficientemente estudiadas las razones de esas desagradables consecuencias.
Ya se puede entrar a considerar cómo los problemas para dormir pudieran ser una de sus causas.
Aportando pruebas
Fue realizada una investigación en la Universidad de Arizona y publicada en la revista Health Psychology, donde se analizaron 138 personas ya separadas o divorciadas hacía unas 16 semanas.
A partir de ese momento, todos fueron entrevistados y tomada la presión arterial en tres oportunidades, durante un período de más de siete meses y en cada visita se investigó la calidad de su sueño.
Preocupantes hallazgos
Durante los primeros tiempos no se encontró ninguna relación entre los problemas del sueño y la presión arterial; pero después fue encontrado un indeseable efecto retardado en la presión arterial a partir de los tres meses de mantenerse el insomnio. Mientras más tiempo duraba el problema para dormir, se multiplicaban las posibilidades de un aumento de la presión arterial.
Después de las diez semanas de insomnio mantenido tal pareció existir un efecto acumulativo de algo dañino para la salud.
Un suceso inevitable
Para determinadas personas, durante las primeras semanas después de una separación aparentemente definitiva pueden presentarse problemas para dormir.
Consiste en un proceso de ajuste y puede afrontarse sin mayores consecuencias; pero si los problemas con el sueño se mantienen durante un tiempo prolongado puede significar la instalación de un cuadro depresivo, dificultades para continuar con su vida habitual y una susceptibilidad aumentada en cuanto a presentar problemas de salud como puede ser la peligrosa hipertensión arterial.
Lo más inteligente
Un divorcio no es lo más deseable, pero ni mucho menos es el fin del mundo y debe manejarse muy serenamente y con el más eminente sentido práctico. A veces es necesaria determinada ayuda externa, incluso la profesional, con la aplicación de determinadas técnicas como la terapia conductual.
Pero el protagonista es la propia persona afectada. Por su propio bien y por el de sus seres más queridos debe cuidar su salud física y psíquica y, por supuesto, mantener el ritmo habitual de su vida. Superarse en lo social, laboral o económico aumenta la autoestima y abre caminos a nuevas posibilidades.
Así su mente podrá reposar producto de un sueño reparador con el entusiasmo de sus constantes y nuevas satisfacciones cotidianas.
Fuente: Cubahora