Durante más de medio siglo, Arabia Saudita podía imponer los precios del petróleo a su voluntad para obtener miles de millones de ganancias, podía castigar a sus rivales inundando el mercado y su liderazgo en la OPEP era incuestionable. Pero las cosas han cambiado, y ahora es Rusia, con el presidente Vladímir Putin al frente, la que dirige las riendas del mercado energético mundial, informa Bloomberg.
Desde que a finales del 2016, la OPEP y Rusia acordaran reducir la producción petrolera, Putin se ha convertido en la figura más influyente del grupo. "Putin es ahora el zar de la energía mundial", sostiene Helima Croft, exanalista de la CIA que dirige la estrategia global de materias primas en el banco de inversión global RBC Capital Markets LLC.
Precisamente el mandatario ruso estará en el centro de atención este 30 de noviembre en Viena, cuando la OPEP se reúna con otros 11 países productores de petróleo no miembros del cartel, entre ellos Rusia y México, donde se discutirá la prolongación de ese acuerdo hasta finales del 2018. De ese pacto dependerá la salud económica y política de las naciones firmantes, que en conjunto bombean el 60% del petróleo del mundo.
Una alianza mutuamente beneficiosa
Desde que Rusia se alió con la OPEP, Putin se ha convertido en la figura más influyente del cartel, que se refleja en una política exterior diseñada para contrarrestar la influencia de EE.UU. en todo el mundo a través de medidas económicas, diplomáticas, militares y de inteligencia. Esa estrategia, respaldada por la vasta riqueza de recursos naturales de Rusia, parece estar funcionando, señala Bloomberg.
Pero esa alianza es incómoda para Arabia Saudita, el mayor exportador del mudo, y que está descontenta con la extensa carga de los recortes asumidos. Además se queja de que no todos los productores están cumpliendo plenamente con sus obligaciones y están cada vez más frustrados con las dudas de Moscú a la hora de prolongar el acuerdo.
Sin embargo, "los sauditas necesitan un gran socio productorde petróleo para influir de manera efectiva en el mercado, mientras que para Rusia se presenta una gran oportunidad para jugar un mayor rol geopolítico y económico en Oriente Medio", analiza Edward C. Chow, miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
Además, esa alianza es "mutuamente beneficiosa", porque si acuerdan prolongar el acuerdo de recortes de producción de crudo, evitarán que los precios se disparen lo suficiente, con lo que frenarían las ambiciones de EE.UU. de producir más petróleo de esquisto.
¿Ahora Riad depende de Moscú?
Para Riad, tener que compartir las decisiones de producción con Moscú, un aliado de su archienemigo Irán, es una píldora amarga para tragar. Pero ahora la economía saudita se tambalea y la monarquía necesita precios de crudo más altos, porque ha basado su presupuesto para el próximo año en un petróleo con un promedio de 40 dólares el barril.
El operativo anticorrupción, lanzado por el príncipe heredero al trono Mohamed ben Salmán, que incluyó la detención de decenas de miembros de la familia real y elites empresariales sauditas, parece haber aumentado la dependencia de Arabia Saudita de Rusia. La purga anticorrupción ha revertido el modelo que durante décadas mantenía unida a la élite saudita y ha convertido el ambicioso programa de reforma económica de Salmán en una batalla por la supervivencia.